SÍNDROME DE ESTOCOLMO ELECTORAL

02.07.2019 03:37

Millones de electores 

votan al fascismo 

con cierto placer morboso

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El inmortal Umberto Eco señaló, en 1995, las ondas cortas y largas del fascismo infiltrado en las democracias, gracias a la irresponsabilidad desinformada de los electores.

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Contexto político REDGES

Octavio Quintero

Director

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Advertencia

Cualquier parecido con la realidad, no es mera coincidencia. Al final de este artículo, el lector puede identificar más de un personaje que encaja perfectamente en el arquetipo diseñado por Eco. Yo tengo tres: Trump, en Estados Unidos; Uribe, en Colombia y, Bolsonaro, en Brasil.

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En una conferencia (hoy libro: “Contra el fascismo”), pronunciada en 1995 ante directivos y estudiantes de la Universidad de Columbia, en conmemoración a la liberación de Europa, Humberto Eco advirtió al mundo (porque Eco tenía eco mundial), que se cuidara del fascismo que tiene la facultad de nunca desaparecer porque se puede camuflar de diversas maneras.

Eco “sabía muy bien de qué hablaba, porque fue amamantado por las “vías lácteas” del primer fascismo, del originario, del que nutrió ¡esmeradamente! a las juventudes de su tiempo (y del actual)”, dice Fernando Buen Abad, en un artículo de Telesur, referido al tema presente.

El genio de la semiótica acuñó en esa conferencia el término “Ur-fascismo” (fascismo eterno), y enumeró 14 referentes de un arquetipo fascista, persona o país.

Parece cosa de hoy, porque todo lo de Eco tiene la virtud de la vigencia y la ubicuidad. Revisando sus notas de hace 24 años, se pueden sacar advertencias pedagógicas, sobre todo por aquellos electores que, bajo cierta irresponsable desinformación política, eligen fascistas con cierto placer morboso.

 

  1. Culto a la tradición y la hipotética verdad primitiva

La verdad, para los fascistas, ya está anunciada de una vez por todas, y lo único que podemos hacer es seguir interpretando su oscuro mensaje. Es suficiente mirar la cartilla de cualquier movimiento fascista para encontrar la gnosis del conocimiento ya revelado.

 

  1. Negación de la modernidad y del racionalismo

El tradicionalismo implica, de suyo, el rechazo al modernismo. La ideología fascista, basada en la «sangre» y la «tierra» (Blut und Boden), hacen ver la Ilustración y la Edad de la Razón, como el principio de la depravación moderna. En este sentido, el Ur-fascismo puede definirse como «irracionalismo».

 

  1. Empirismo dogmático

El irracionalismo conlleva también el culto a la acción por la acción, del actuar antes de y sin reflexión alguna. Pensar es una forma de castración. Por eso la cultura es sospechosa en la medida en que se identifica con actitudes críticas. Desde la declaración atribuida a Goebbels («Cuando oigo la palabra Cultura, hecho mano a la pistola»), hasta el uso frecuente de expresiones como «cerdos intelectuales», «estudiante cabrón, trabaja de peón», «muera la inteligencia», «universidad, guarida de comunistas», la sospecha hacia el mundo intelectual ha sido siempre un síntoma de Ur-fascismo. El mayor empeño de los intelectuales fascistas oficiales, consistía en acusar a la cultura moderna y a la intelligentsia liberal de haber abandonado los valores tradicionales.

 

  1. La satanización del pensamiento crítico

Ninguna forma de sincretismo político puede aceptar el pensamiento crítico. El espíritu crítico se basa en distinciones, y distinguir es señal de modernidad. En la cultura moderna, la comunidad científica entiende el desacuerdo como instrumento de progreso de los conocimientos. Para el Ur-fascismo, el desacuerdo es traición.

 

  1. El repudio a la diferencia

El desacuerdo es, además, un signo de diversidad. El Ur-fascismo crece y busca consenso explotando y exacerbando el natural miedo a la diferencia. El primer llamamiento de un movimiento fascista, o prematuramente fascista, es contra los intrusos. El Ur-fascismo es, pues, racista por definición.

 

  1. Chovinismo y la xenofobia

El Ur-fascismo surge de la frustración individual o social. En el pasado se nutrió de clases medias frustradas, desazonadas por alguna crisis económica o humillación política. En nuestra época, en la que los antiguos «proletarios» se convierten en pequeña burguesía y los informales se autoexcluyen de la escena política, el fascismo ha de encontrar su público en esta nueva mayoría.

 

  1. La lógica de la persecución permanente

A los que carecen de una identidad social cualquiera, el Ur-fascismo les alimenta el nacionalismo. Como los únicos que pueden ofrecer una identidad a la nación son los enemigos, en la raíz de la sicología Ur-fascista está la obsesión por el complot interno y externo. A toda hora agitan la idea de sentirse asediados. Por eso, los fascistas rechazan el diálogo y privilegian las armas al interior del país; casan y apoyan conflictos externos con cualquier excusa.

 

  1. La raza superior

El elitismo es un aspecto típico de toda ideología reaccionaria. El Ur-fascismo no puede evitar predicar un «elitismo popular». Cada ciudadano pertenece al mejor pueblo del mundo, los miembros del partido son los mejores ciudadanos. Pero, como no puede haber ‘cacique’ sin ‘indios’, el líder fascista sabe también que su fuerza se basa en la debilidad de las masas, tan débiles, que necesitan y merecen un «dominador». Puesto que el grupo está organizado jerárquicamente (según modelo militar), todo líder fascista mira por encima del hombro a su inferior. Todo esto refuerza el sentido de un elitismo de masas basado en la raza superior: yo superior a ti, desde el general hacia abajo, en un continuo desprecio por el inferior.

 

  1. Héroes de la Patria

En esta perspectiva, cada uno está educado para convertirse en héroe. En todas las mitologías, el héroe es un ser excepcional… Pero en la ideología Ur-fascista, el heroísmo es la norma. Este culto al heroísmo se vincula estrechamente con el culto a la muerte. No es una coincidencia que el lema de los falangistas era «¡Viva la muerte!», incluyendo la suya propia. El héroe Ur-Fascista está impaciente por morir, y en su impaciencia, hay que decirlo todo, más a menudo consigue hacer que mueran los demás.

Para el Ur-fascismo el pacifismo es entonces colusión con el enemigo; el pacifismo es malo porque la vida es una guerra permanente. Esto, sin embargo, conlleva un complejo de Armagedón (lugar donde acontecerá la batalla entre las fuerzas del bien y del mal): dado que el enemigo debe y puede ser derrotado, tendrá que haber una batalla final, tras la cual el movimiento obtendrá el control del mundo. Semejante solución final implica una sucesiva ‘Era de Paz’, una ‘Edad de Oro’ que contradice el principio de guerra permanente. Ningún líder fascista ha conseguido resolver jamás tal contradicción.

 

  1. El amor por el machismo

Puesto que tanto la guerra permanente como el heroísmo son juegos difíciles de jugar, el Ur-fascista transfiere su voluntad de poder a cuestiones sexuales. Éste es el origen del machismo, que implica desdén hacia las mujeres y una condena intolerante de costumbres sexuales no convencionales, desde la castidad hasta la homosexualidad. Y dado que el sexo es también un juego difícil de jugar, el héroe Ur-fascista jugará con las armas que son su reemplazo fálico: sus juegos de guerra se deben a una invidia penis permanente.

 

  1. Populismo cualitativo

Para el Ur-fascismo los individuos como tales no tienen derechos, y el «pueblo» se concibe como una cualidad, una entidad monolítica que expresa la «voluntad común» (Estado de opinión). Puesto que ninguna cantidad de seres humanos puede poseer una voluntad común, el líder pretende ser la vox populi de lo que él diga. El pueblo, de esta forma, es sólo una ficción teatral.

Para poner un buen ejemplo de populismo cualitativo, ya no necesitamos de plaza pública sino de Televisión o Internet, en el que la respuesta emotiva de un grupo seleccionado de ciudadanos puede ser presentada o aceptada como la «voz del pueblo». En razón de su populismo cualitativo, el Ur-fascismo debe oponerse a los «mermelados» gobiernos parlamentarios.

 

  1. El Ur-fascismo habla «neohabla»

Todos los textos escolares fascistas se basaban en un léxico pobre y una sintaxis elemental, con la finalidad de limitar los instrumentos para el razonamiento complejo y crítico. Mas debemos estar preparados para identificar otras formas de neohabla, incluso cuando adopten la forma inocente de un popular reality show.

El Ur-fascismo está aún a nuestro alrededor, a veces con trajes de civil. El Ur-fascismo puede volver todavía con las apariencias más inocentes. Nuestro deber es desenmascararlo y apuntar con el índice sobre cada una de sus nuevas formas, cada día, en cada parte del mundo. En palabras de Roosevelt: «Me atrevo afirmar que, si la democracia americana deja de progresar como una fuerza viva, intentando mejorar día y noche con medios pacíficos las condiciones de nuestros ciudadanos, la fuerza del fascismo crecerá en nuestro país» (4 de noviembre de 1938), palabras dichas como para el contexto político de Estados Unidos hoy.

Libertad y liberación son tareas que no acaban nunca. Sea éste nuestro lema: «No olvidemos».

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