SIN BOLA DE CRISTAL

15.11.2014 08:37

  

¿Adivinen quiénes pagarán la desaceleración económica que se avecina?

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Seguramente los empresarios, con la ayuda del gobierno nacional, harán recaer sobre los hombros de los trabajadores la desaceleración económica que se percibe ya en las estadísticas, por aquello de que en el modelo neoliberal se privatizan las utilidades y se socializan las pérdidas.
Ad portas de una nueva negociación sobre incremento del salario mínimo, los empresarios vienen hablando del mal tiempo que se vislumbra, y tienen razón. La comparación de la foto del PIB al final del 2013 con la registrada en el II semestre del 2014, muestra evidente desaceleración y, en algunos sectores, patética, como en el caso de Minas y Canteras (la llamada locomotora minera) que cerró el año pasado con un crecimiento del 4,7% y anda ahora con un decrecimiento de menos 2,2%, a la cola de los demás sectores económicos.
Otro desplome vertical es el agropecuario que cae de un crecimiento al cierre del año del 6,1 (el segundo más importante en el 2013), al 1,5, casi rayando ya la base negativa; y al borde de la recesión se encuentra el sector manufacturero que cerró el año con un PIB negativo de menos 1,9 y sigue en rojo al cierre del II semestre del 2014, con el menos 1,4%.
Hablando en metáforas, los empresarios podrían compararse con los osos polares que se empetacan de grasa para resistir el crudo invierno bien mullidos en sus cuevas, mientras afuera todas las demás criaturas llevan del bulto.
Mientras no se imponga la equidad en la relación obrero-patronal que permita un reparto de la productividad 50 y 50, como se dice ahora, esa manida frase de que los ricos cada día son más ricos y los pobres más pobres, es cruda realidad.
Ya veremos que el botón del mal tiempo en la nave de la economía, solo se prenderá para que los trabajadores se aprieten los cinturones. El incremento del mínimo será mínimo, y en medio de una negociación sobre nueva reforma tributaria, los empresarios aprovecharán la circunstancia para seguir pidiendo gabelas a cuenta de no tener que echar gente a la calle.
Estas observaciones no hacen parte de ninguna predicción inteligente de avezado economista sino de una constante histórica que se repite hasta la saciedad, como ese hermoso gol de James en el mundial que ya nos tiene hasta la coronilla.

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