SIGUE EL PODEROSO BANQUERO

24.07.2013 01:52

El escándalo del embajador en Washington que resultó ser un hábil jurista, lector de letra menuda para meterse al bolsillo miles de hectáreas de tierra de campesinos, opacó el robo que, por la misma vía, hizo y debe seguir haciendo la organización Luis Carlos Sarmiento Angulo (OLCSA).

Días antes de que se denunciara lo del embajador Urrutia, el mismo representante a la Cámara por el Polo, Wilson Arias, había enviado una durísima nota al poderoso banquero colombiano, acusándolo de apropiarse de tierras baldías de la nación con las que el gobierno nacional promete dotar a los campesinos y resarcir a las familias desplazadas por la violencia de tipo subversivo y paramilitar.

Dentro de la investigación adelantada por el representante, que luego se convirtió en debate de control político apuntalado por el incisivo senador Robledo, Sarmiento Angulo salió a relucir primero que Urrutia, pero como parecía más fácil cazar embajador que banquero, los heraldos del Polo siguieron el rastro de esta pieza política, hasta alcanzar su renuncia que, en el fondo, es una destitución pública que le hace la poca pero valiosa decencia que queda en el país.

La renuncia del embajador en Washington es caso juzgado, en cuanto a lo político, que deberá seguir ahora la vía judicial, pues, resulta evidente que en esa acción de acaparamiento de tierras campesinas, sed configuran delitos que no pueden quedar impunes.

Eso es lo que hay que seguir en el caso de Sarmiento Angulo porque, como se lo inquiere el mismo representante Arias…

- “¿Bajo qué consideraciones usted, dueño de cuatro bancos, un periódico nacional, un fondo de pensiones, una cadena de hoteles, concesionarias viales, constructoras de vivienda, compañías petroleras y de gas, y otros tantos negocios, se cataloga como campesino pobre y por tanto sujeto del derecho a acceder a baldíos de la nación?”.

Ahora que tanto se habla de la libertad de prensa, a uno le gustaría ver este tema en las páginas de El Tiempo y bajo los reflectores y micrófonos de las grandes cadenas de radio y televisión. Porque la denuncia no es cualquier cosa ni está formulada por un “loquito” de la plaza de Bolívar.

Vamos a ver…

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