SANTOS: TODO POR UN NOBEL

27.02.2016 09:41

 

Opinión El Satélite

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“Para cuando el presidente Santos haya obtenido el Nobel de Paz, ya estará a punto de estallar otra guerra en  Colombia con los que ahora estamos en paz”…
 
Es una frase que citamos con frecuencia aquí, para indicar que en las distintas negociaciones de paz que se han emprendido, incluyendo ésta de La Habana, se habla de una paz que no se corresponde con la situación interna del país, abrazado por una corrupción generalizada en su clase dirigente, mientras la población se debate en un día a día incierto, sin futuro…
 
A veces, como en boxeo, sentimos ganas de “tirar la toalla” en la permanente lucha contra la corrupción que hemos declarado algunos medios de comunicación social, especialmente los de la esfera virtual y alternativos y, en especial, los millones de personas que se entrelazan en las redes sociales.
 
Pero luego, meditando, concluimos que el silencio nuestro sería lo más conveniente para los corruptos. Luego, hay que seguir, dándole coces al mismo clavo, en la esperanza de que “no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”.
 
Nos suponemos que también del lado de los corruptos se preguntarán hasta dónde aguantará el país su felonía. Y si no lo han pensado, están locos, porque si esperan a la última gota que desborda el vaso, las consecuencias, no quiero ni pensarlas.
 
¿Hasta dónde aguantar, por ejemplo, la conducción de un Estado en lo económico por un ministro de Hacienda tan cuestionado moral y jurídicamente como Cárdenas? ¿O, la conducción de la política de salubridad pública (un derecho esencial), por un ministro como Gaviria que, por formación profesional, le asigna mayor atención a la intervención matemática que prioridad humana?
 
Siga el camino de la corrupción y pasará irremediablemente por todas las instituciones del Estado: Presidencia, ministerios, Congreso, Corte Constitucional, Corte Suprema de Justicia, Consejo Superior de la Judicatura, Consejo de Estado, Policía Nacional, Fiscalía, Procuraduría, Contraloría, Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Defensoría del Pueblo; y descienda escalones más abajo, hasta las gobernaciones y alcaldías con sus equipos administrativos y corporaciones públicas de elección popular.
 
¿Cree el presidente Santos, o creemos todos, que el Nobel de Paz que desaforadamente persigue, resulta más importante que la lucha frontal, “de verdad-verdad” contra la corrupción?
 
Mientras Colombia se vuelve un mazacote en lo interno, su Presidente anda empecinado en armar otro mazacote con el proceso de paz, en espera de que el engendro le alcance a subir al podio de los premios nobel, que le permita darse la gran vida en las alfombras rojas del mundo dictando cátedra sobre la paz.

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