SANTOS EN SU LABERINTO

16.03.2016 23:50

Editorial/El Satélite

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Una lectora de la columna “Al pan, pan y al vino, vino” (VER), en la que se insinúa que es un error, en términos políticos, calificar de “oposición” al uribismo”, sostiene que “no es totalmente cierto”.
Y entre algunos de sus argumentos afirma que durante el gobierno de Uribe la economía colombiana resurgió y muchos compatriotas regresaron al país porque tanto las condiciones políticas como económicas eran favorables... 
Y remata la nota diciendo que por algo se anuncia un paro nacional… “¡Marchemos todos!”, invita.
Los argumentos que se dejan atrás de la respetada lectora, plantean un largo debate como, por ejemplo, preguntarnos, ¿cuánto le costó al país, en términos de impuestos que pudieron haber ido a la inversión social la llamada “confianza inversionista”?…
No obstante, nos dejan (esos argumentos) una interesante observación, y es que, contra el gobierno del presidente Santos se han encontrado circunstancialmente dos corrientes políticas: una que lo detesta por su traición a Uribe (el CD);  y otra, con nombre propio, el POLO, que se le opone (verdadera oposición) en términos políticos…
Súmenle a esta circunstancia las corrientes de la llamada Unidad Nacional que con frecuencia le congelan el avance de sus propuestas en el Congreso, aparentando “oposición”,  en busca de mayor y más ventajosa participación burocrática (ejemplo: el próximo reparto político de la Procuraduría, la Fiscalía y la Defensoría del Pueblo).
En este escenario político se desenvuelve buena parte del paro nacional de este 17 de marzo. Es decir, muchos uribistas se mezclarán en la manifestación, y quizás intentarán apoderarse de ella, en procura de mostrarle a Santos que es un tipo detestable; otras, como liberales, conservadores, de la U y Cambio Radical, marcharán en procura de hacer visibles las muchas necesidades de la población, pero sin visa política porque sus partidos, al igual que siempre, tiran la piedra y esconden la mano y, finalmente otras, como las del POLO, marcharán contra el sistema.
Como le respondí a la lectora: “bueno, entonces nos vemos mañana en la Plaza de Bolívar, aunque con motivos distintos: tú contra Santos y yo contra el sistema”.
Así se confirma una vez más un viejo adagio, con un toque de ligera modificación de corte santista: “El enemigo de mi enemigo es mi (nuevo mejor) amigo”.

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