Santos/Córdoba: ¿Quién manda a quién?

21.04.2013 09:13

Bueno, una de dos: o Piedad Córdoba habla al oído del presidente Santos o es vocera infiltrada del Presidente en la política, destinada a sondear ante la opinión pública ciertos temas, a ver qué pasa.

Porque resulta suspicazmente diciente que, sin mayores cambios a lo propuesto por ella recientemente, el Presidente proponga una minireelección el año entrante de solo dos años y, de ahí en adelante, extender el periodo presidencial a seis, sin reelección.

Si Santos fuera confiable, la propuesta es buena, no tanto en sí misma, como por la oportunidad que se le brinda al país político de enmendar la mácula jurídica que Uribe y su corte infringieron a la Constitución, con la forzada y corrupta reelección del 2006.

Pero Santos no es confiable: su camino a la Presidencia está sembrado de traiciones, y su mismo ejercicio presidencial, también.

“La nueva mejor amiga” que ahora parece tener en Piedad, no dista mucho del “nuevo mejor amigo” que escogió para afrentar a Uribe, recién le sucedió en el solio. Tanto Chávez en el pasado, como Córdoba en el presente, no son más que garrotes para golpear a Uribe.

Una de las mejores expresiones del maquiavelismo es esa que reza: “el enemigo de tu enemigo es tu amigo”. Y Santos es maquiavélico por excelencia.

Santos no va a permitir que el uribismo retorne al poder. Su propuesta de reelección solo por dos años, serían ocho. Es lo que ha sucedido en todos los casos en que se ha reformado la Constitución en Latinoamérica: Venezuela, Ecuador y Bolivia, son ejemplos claros en donde los presidentes han cogido turno como primeros aspirantes dentro de las nuevas reglas de juego. Y es obvio: cuando una Constitución muere, con ella cae todo lo que sostenía, para dar vida a un nuevo “Pacto Social”.

Con el ardid que propone Santos, su periodo se extendería a 12 años: 4 + 2 +6; y si, como resulta obvio también, al cabo de esos años, moldea su delfín para que le suceda, serían otros seis años, en total 18, suficientes para extirpar del país todo vestigio uribista por físico cansancio o sustracción de materia.

Por eso decimos que, “si Santos fuera confiable”, la propuesta sería buena, hasta en términos políticos, mutatis mutandis, como esa de homologar en la misma fórmula a los alcaldes. No, por favor: el carrusel de la contratación en Bogotá y las roscas clientelistas, familiares y políticas, y hasta infiltración mafiosa, que se han apoderado del poder local, seis años podrían convertirse en una tragedia.

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Fin de folio: Santos es Uribe III en lo económico. Se tenía alguna duda en lo político, pero con esta suspicaz propuesta de reforma constitucional, no cabe duda que también.  

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