Salomón Kalmanovitz

21.08.2012 08:23

 

Nota de El Satélite: El gobierno colombiano ha quedado obligado a dar una muy específica explicación sobre esta columna del analista Salomón Kalmanovitz en El Espectador, sobre la inminente renovación del contrato de explotación carbonífera  en Cerromatoso, llena de acusaciones graves contra el actual ministro de Minas, Mauricio Cárdenas.

Léanla y juzguen ustedes mismos:

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Salomón Kalmanovitz

El próximo 30 de septiembre vence la concesión de los depósitos de

níquel extendida a la firma BHP Billiton en Montelíbano, Córdoba.

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La empresa negocia sigilosamente con el Gobierno para extender su

explotación hasta 2029, algo que el ministro Mauricio Cárdenas da como

un hecho cumplido.

La prórroga es inconveniente para los intereses de la Nación y así lo

estableció Ingeominas en el 2010, lo que llevó a la destitución de su

director y a la renuncia de un alto funcionario, José Neiza. Los

bienes que debían revertir al país pasan a ser arrendados en el nuevo

contrato a la misma empresa mediante un canon de sólo 1,25% sobre la

ganancia neta semestral, después de impuestos y regalías. El ingreso

para el Gobierno no sólo será pequeño sino dependiente de la

contabilidad de la empresa, que le es imposible verificar.

Un estudio independiente aduce que un mínimo de 4,8% de las ganancias

operacionales, que no netas, para el Gobierno sería  conveniente. El

concepto viene siendo apoyado por la Contraloría General de la Nación

y recientemente la Comisión Quinta de la Cámara de Representantes se

manifestó en contra de la renovación del contrato.

La empresa tiene un triste historial en materia tributaria. En 2010

pagó $35.300 millones después de un proceso de conciliación con

Ingeominas en torno al pago de las regalías, pues había inflado sus

costos; de todas maneras, dejó de pagar una buena parte de ellas,

según un analista independiente. Las regalías fueron de sólo el 8% del

valor del mineral en boca de mina, a pesar de que desde 1994 la ley

las había elevado al 12%. Este valor sólo comenzó a ser reconocido de

2005 en adelante, pero se evadió por más de una década.

Inversiones a las que estaba obligada la empresa mediante el contrato

inicial, como carreteras, ramales, embarcaderos, aeropuerto,

acueducto, alcantarillado y planta de purificación, hospital, escuelas

de primaria y viviendas para los trabajadores, son presentadas como

gastos en responsabilidad social de la empresa y mostrados en un

vistoso comercial que se pasa por televisión con mucha frecuencia.

Tales inversiones son asumidas por una Fundación San Isidro y son

sospechosamente descontadas del impuesto de renta que debe abonar al

fisco la Billiton. Una parte de las regalías es también deducida del

impuesto a la renta, de tal modo que los contribuyentes terminamos

haciéndole una trasferencia a las autoridades de Córdoba.

La corrupción local ha sido de tal magnitud que ha disipado las

regalías que poco han afectado los abismales índices de calidad de

vida de la población de Córdoba: la mortalidad infantil del

departamento es el doble de la nacional y las necesidades básicas no

satisfechas han mejorado muy levemente entre 1993 y 2005 en el

departamento, incluso en Montelíbano. Hay incluso evidencia de

envenenamiento de fuentes de agua que ha afectado negativamente la

salud de la población.

El contrato debe ser liquidado y otorgado mediante licitación pública

para que el país participe adecuadamente en la renta de sus recursos

naturales, con participación variable según los precios

internacionales. Debe facilitarse el montaje de industrias que

utilicen el níquel como insumo y profundizar así el desarrollo

económico del país; ahora sólo exportamos materia prima sin procesar.

Es la única manera de que disfrutemos de “la bendición de los recursos

naturales”.

* Datos tomados de un documento de Álvaro Pardo, de Colombia Punto Medio.

Salomón Kalmanovitz | Elespectador.com

 

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