QUE NO CUNDA EL PÁNICO

15.06.2013 05:20

El ministro del Interior y el gobernador de Cundinamarca, junto con algunos alcaldes de las provincias de Sabana Centro y Norte, vecinas a Bogotá, y por supuesto también la cúpula de la Policía Nacional, se rasgaron las vestiduras cuando el alcalde Petro insinuó que en estos municipios aledaños a la capital se estaban formando bacrim (bandas criminales) para operar sobre Bogotá.

Días después de caerle a Petro con todo, han ocurrido hechos sangrientos muy graves, al menos en tres poblaciones: Sopó, Tocancipá y Gachancipá que, provengan de donde provengan los asesinos, no se han encendido en el gobierno nacional ni en el departamental, y dramáticamente ni en los mismos gobiernos locales de las poblaciones afectadas las alarmas que en una sociedad decente y civilizada tales hechos provocarían ipso facto.

Solo en las últimas horas, por empezar por cualquier parte, vino a saberse que hace unos dos meses, en Bogotá, fue víctima de un atentado mortal la exsecretaria de Gobierno de Sopó, en la administración del alcalde William Venegas, Paola.

¿Por qué el atentado que la tiene al borde de la muerte o, al menos, a punto de quedar parapléjica? Es uno de los interrogantes que siguen a continuación.

Si lo de esta exfuncionaria fue hace unos dos meses, entonces su atentado estuvo dado por los mismos días en que se asesinó en Tocancipá al concejal Gonzalo Rodríguez.

¿Por qué se mató a Gacha, como popularmente se le conocía al mencionado concejal?

Semanas después, en Gachancipá, en otro mortal atentado cae asesinado el concejal, Germán Cruz. Y el interrogante es el mismo: ¿Quién y por qué?

Y ahora, como macabro colofón de esta brutal cadena de crímenes, se conoce la amenaza de muerte que en las últimas horas profirieron por teléfono contra el presidente del Concejo de Gachancipá, Joaquín Cubides. Y de nuevo se pregunta: ¿Quién y por qué?

Nadie pediría ahora que se dijeran cosas que pudieran entorpecer las investigaciones respectivas. Pero dejar a unas comunidades a oscuras de hechos tan tenebrosos, en poder nada más de sus propias elucubraciones, tampoco es razonable ni recomendable.

No hay ambiente en donde cunda más el pánico que aquel en donde no se sabe por qué está pasando lo que está pasando.

Creemos, sinceramente, que las autoridades respectivas, con los alcaldes de Sopó, Tocancipá y Gachancipá a la cabeza, debieran ofrecer a las comunidades puestas bajo sus mandos, alguna información que al menos les diga, así sea por piedad, que no tienen nada de qué preocuparse.

 

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