Punto difícil

17.10.2012 07:31

 

El punto 4º de la Agenda de Paz que se pone en discusión en estos momentos entre el gobierno y las Farc es el narcotráfico. ¿Qué tanto pueden negociar las partes sin incluir en el eventual acuerdo a la comunidad internacional? El narcotráfico, tampoco es un secreto, se ha convertido en la “moneda corriente” con que se financia las Farc, o cualquier otro grupo al margen de la ley. Dejar este asunto sin resolver, es dejar el zorro en el gallinero.

¿Y cuál sería la solución?

La represión no es el camino. A pesar de todo lo que en este sentido se ha hecho en Colombia, lo cierto es que poco o nada se ha conseguido. Según el informe del 2011 de Naciones Unidas a través de su Oficina contra la Droga y el Delito, se detectaron siembras por aproximadamente 64.000 hectáreas de coca, con un ligero incremento sobre la producción del año inmediatamente anterior, especialmente en los departamentos de Nariño, Putumayo, Guaviare y Cauca, territorios predilectos de las Farc.

La conclusión es que el tráfico de drogas es un asunto de oferta y demanda. Los pobres resultados de la represión evidencian que llegó la hora de atacar más el mercado. ¿Cómo? Desestimulándolo a través de los precios y el consumo, que es la única forma como se hace caer la demanda. El precio caería ipso facto, si se despenalizara el consumo y, a su vez, el consumo caería si se tratara como una enfermedad y no como delito.

¿Qué tan predispuesto estaría Estados Unidos a acoger esta fórmula?

Es la pregunta del millón. Se puede apreciar un creciente plebiscito a la despenalización del narcotráfico en los últimos años, sobre todo de líderes influyentes a nivel latinoamericano, pero muy poco hacia el interior político de Estados Unidos, que es donde está el gran problema, no solo por ser el mayor consumidor de drogas ilícitas del mundo sino el mayor proveedor de insumos de producción y de armas para la guerra del narcotráfico y, por ende, el mayor beneficiado con sus criminales rendimientos económicos.

Como siempre, Estados Unidos es muy bueno para pedir y muy malo para dar. Así como le ha pedido a las Farc renunciar a su dependencia del narcotráfico, lo que se ha tomado como una señal de buen vecino hacia el proceso de paz en Colombia, ¿por qué nada parecido se ve por allá?

No bastaría, entonces, que las Farc, en un desprendimiento casi inaudito de su fuente principal de financiación renunciaran a su dependencia, si a la vuelta de la esquina hay una cola de nuevos insurgentes y nuevos criminales esperando por el pingüe negocio.

Si, como dice el acuerdo inicial de las negociaciones, “nada estará aprobado hasta que todo esté aprobado”, eh ahí un serio obstáculo que mejor es dejar así, en punta, como un espolón en el jarrete que espera recibir nuestro siguiente paso.

—————

Volver