PRIMERO DE MAYO: NADA QUE CELEBRAR

01.05.2018 04:33

Prefacio.- "Todos estamos locos, dijo la loca; qué verdad tan amarga dice su boca": Epifanio Mejía

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RED-GES

Octavio Quintero-Director

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Por la macabra condición de alienación colectiva que sufrimos, quién sabe en qué momento de nuestra condición humana, los trabajadores terminamos defendiendo los intereses de los patronos por encima de nuestros propios intereses, así como en antes, los esclavos defendían los bienes de sus amos, aun a costa de su propia vida.

Vale la pena divagar un poco sobre el término alienado, o loco, que pierde la razón o se le altera el sentido común,  que sería la definición más simple. Pero, para el caso al que nos vamos a referir en alusión a este 1º de mayo de 2018, Día Internacional del Trabajo, nos viene mejor, y en sentido más estricto, decir que alguien o una sociedad entera está alienada, cuando pierden la personalidad o su identidad.

La gente del común, al parecer, le presta poca atención a la definición castiza que nos ofrece la  RAE en su segunda acepción de alienación, que ponemos en punto aparte:

“Limitación o condicionamiento de la personalidad, impuestos al individuo o a la colectividad por factores externos sociales, económicos o culturales”, o un poco de todos estos factores al tiempo, se podría agregar.

Llama la atención que en esta última definición se diga que dicha limitación o condicionamiento de la personalidad está “impuesta” al individuo o a la colectividad… Es decir, si es ajena a él o ellos, quiere decir que alguien o algo está manipulando los factores sociales, económicos  y culturales con el macabro fin de hacer de nuestro comportamiento algo contradictorio a la lógica: defender los intereses ajenos aun a costa de nuestros propios intereses…

Pocos términos como el de alienación han merecido tanto estudio de los más distinguidos exponentes del saber humano: filósofos, sociólogos, psiquiatras, connotados escritores y, por supuesto, ideólogos de todas las tendencias políticas, valga decir, las que se puedan establecer en el dial de Derecha e Izquierda.

El capitalismo se prendió del extenso estudio de Carlos Marx sobre el particular para relativizar en Occidente la lucha de los trabajadores como un ideal comunista, ateo y ruinoso, pues, el alemán, hace depender la alienación humana de tres factores: la religión: “el opio del pueblo”; la política: “No todos somos iguales ante la ley”; y, la economía: “La propiedad privada de los medios de producción”…

Pero también Adam Smith, la cara opuesta de Marx, en su libro ‘La riqueza de las naciones’ dice que “el vasallo no se puede alienar sin el consentimiento de su superior”… Kant la define como “la transmisión de la propia propiedad a otro”… Y si nos adentramos más en la historia, Séneca y Cicerón hablaron de la alienación como de una “transferencia de la propiedad”, algo que Rousseau aprovechará más tarde para elaborar su ‘Contrato social’.

No es difícil entender las definiciones citadas; lo difícil es interiorizarlas y obrar en consecuencia. Una frase convertida en arenga en la campaña presidencial de Colombia 2018, “los mismos con las mismas”, repicada por otros políticos antiestablecimiento años atrás, “nos entra por un oído y nos sale por el otro”: ahí seguimos en los mismos con las mismas, muy a pesar de que también tenemos a la mano, debidamente socializado el axioma de otro prodigio del entendimiento humano como Albert Einstein: “Si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo”.

Pues, bien, la conclusión es que, seguramente la clase trabajadora del mundo entero, en este primero de mayo del 2018, salga a las calles a conmemorar el triste episodio del ya lejano 4 de mayo de 1886, en que fueron ejecutados en Estados Unidos (“el templo de la democracia”), los sindicalistas que luchaban por una jornada laboral de solo ocho horas, episodio que se conoce como “Los mártires de Chicago”.

Claro que hoy en día no se necesita el cadalso para “aconductar” a los trabajadores: basta con que una “augusta” corte suprema declare ilegal su huelga para que cualquier patrón nacional o extranjero (caso Avianca), pueda masacrar laboralmente a la población trabajadora sin que nadie le diga un adiós…

O que la alienación se manifieste también en miles de trinos en las redes sociales defendiendo a Incauca de Petro por pensar –solo pensar—que esas fértiles tierras pueden tener un mejor destino en la producción de alimentos antes que combustible para carros y azúcar para diabéticos.

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LOS MÁRTIRES DE CHICAGO

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