PAZ: LOS "ENEMIGOS" DE AYER SON LOS AMIGOS DE HOY

09.06.2018 11:41

Como son los tiempos así las cosas

Los “amigos de la guerra”, al decir de Santos, hoy son los defensores de la paz; y él y sus áulicos  marchan al compás del nuevo “bando – bando” de la guerra.

 

Todos queremos la paz, a excepción de los que se lucran de la guerra, “sin tener que poner la carne en el asador”, como dicen.

Dentro de esa masa amorfa que quiere la paz, unos la quieren impuesta por las armas y otros por el diálogo y la concertación de programas sociales.

Esa es la gran diferencia que distingue a la dirigencia de las dos fuerzas políticas que se disputarán la Presidencia de Colombia en las urnas este 17 de junio.

Es pertinente advertir que resulta más probable que dentro del grupo que propende la paz por las armas, haya elementos de esos que se excepcionan arriba… “que viven de la guerra sin tener que poner la carne en el asador”.

La aclaración viene al caso por lo que, es evidente, que millones de colombianos votarán este próximo domingo de buena fe la propuesta de los dirigentes de la paz por las armas, movidos por algo que todos percibimos y aceptamos sin mayor discusión: la falta de autoridad y justicia en la rutina de la vida nacional.

De tanto faltarnos la autoridad oportuna y ponderada justicia que resuelva nuestras naturales desavenencias, damos en pensar que lo que hace falta es una mano dura que la imponga por las malas o por las buenas, y entonces miramos a nuestro entorno buscando quién puede ser el que le ponga el cascabel al gato.

Como nos cambia la vida…

Hace cuatro años, en la reelección de Santos, todos los dirigentes de izquierda quedaron atrapados en la disyuntiva de apoyar al candidato-presidente, apostándole a la continuidad de los diálogos de paz en La Habana; y quienes se opusieron a la reelección, quedaron en la orilla de los “amigos de la guerra”; y luego los que votaron NO en el plebiscito por los “machetazos” que se le estaban asestando a la Constitución y las instituciones nacionales, en aras de un premio nobel de paz, quedaron matriculados en la “casa Uribe”: ¡por Dios, ni tanto honor ni tanta indignidad!

Hoy, muchos de estos andan comprometidos con la candidatura de Petro porque, además de sus propuestas de neo-reivindicación social, es garantía de continuidad en la implementación de los acuerdos de paz, no porque se hayan subsanado las heridas abiertas a la constitución y las instituciones, sino porque el país entró en la etapa de no retorno, dentro de la cual, nos resultaría más costoso devolvernos que continuar.

Creo que estos dos puntos,  los tenemos claro, pero lo siguiente si no es tan lógico:

¿Qué están pensando organizaciones sociales como las que este fin de semana adhirieron a Duque en Cali?... Deben saber, porque si no, qué es lo que les acredita como sociales, que si por algo se destacó el gobierno de Uribe en sus ocho años, fue por legislar, junto con sus congresistas “antes de que los metieran a la cárcel” en contra de los derechos laborales y sociales alcanzados al cabo de muchas lágrimas, sudor y sangre de los trabajadores, tal como lo registra la historia y se recuerda los primeros de mayo.

No se requiere ser muy suspicaz para colegir que en ese respaldo dado al candidato de Uribe por las centrales obreras del Valle del Cauca, especialmente del sector azucarero y agroindustrial, está patética la presión empresarial del Grupo Ardila Lülle.

¿Creen  -- en serio-- que lo que dijo Nelson Amaya, el asesor sindical del sector azucarero, que con Duque (…) “más que los paros y las huelgas, vamos a tener el acceso directo a su gobierno”?… Eso sería el colmo de la candidez de un curtido dirigente sindical, bueno, si es que de verdad ha sido “dirigente sindical”, más que infiltrado en el sindicato por los empresarios para sabotear todos los intentos de reivindicación social que se les pueda ocurrir a los trabajadores.

Hay qué ver las condiciones laborales en que se desempeñan los trabajadores del sector azucarero a punta de tercerización, degradación social e inestabilidad, para suponer el imposible de que Duque, como Presidente, vaya a revertir tales condiciones en contra del Grupo Ardila Lülle: eso es soñar despierto.

También resulta difícil encontrar explicación del apoyo a Duque en personas próximas a jubilarse y que no tienen a la vista la esperanza de una pensión y, por consiguiente, vejez digna, en gracia (o por desgracia) de las reformas laborales y sociales iniciadas en el gobierno de Gaviria y profundizadas en el gobierno de Uribe, los dos al pie de Duque como para impedirle siquiera que piense en un cambio al respecto.

Todo esto está escrito y es historia reciente: “se vive, se siente”, y se tiene que ser muy ingenuo o un sublime papanatas para seguir consintiendo más de lo mismo, apoyando a Duque directamente, votando por él, o indirectamente, votando en blanco.

 “De todo se ve en la viña del Señor”

 

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