PAÍS DE CAFRES

18.05.2019 08:50

Ya estamos 

‘emberracados’ 

otra vez


Si lo burdo es lo que se impone en un Estado Social de Derecho, tal Estado termina semejándose a un burdel

Editorial REDGES

Octavio Quintero

Director

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El caso Santrich se va asemejando al viejo cuento de Juanito y la maestra que le preguntaba cuánto era 2 + 2, a lo que Juanito responde: ¡tres! La maestra lo recrimina diciéndole: ¡no sea bruto, cuatro! Y Juanito replica: así no es gracia, usted sabiendo y yo adivinando…

En el caso presente, Juanito es la JEP y la maestra la Fiscalía, que ha decidido recapturar a Santrich (tres segundos después de haber sido puesto en “libertad”), bajo (…) “nuevas evidencias y elementos de prueba que dan cuenta con claridad de las circunstancias de tiempo, modo y lugar de las presuntas conductas de concierto para delinquir con fines de narcotráfico y narcotráfico atribuidas a Hernández Solarte”, dice el ente acusador en un comunicado.

Tras el comunicado de la Fiscalía, la JEP responde con otro comunicado en el que le replica que las nuevas evidencias (…) “nunca fueron aportadas a la sección de revisión de este tribunal”. Es decir, para volver al símil de Juanito y la maestra, la Fiscalía sabía lo que la JEP estaba adivinando.

Y, aunque la conclusión final de Juanito es que no tiene ninguna gracia aplaudir al que acierta sabiendo, frente al que falla adivinando, en el caso de la vida real, si tiene gracia porque, de lo que se trata es hacer trizas la JEP a través de su propio desprestigio.

Por eso, el presidente Duque, que en este sainete funge de consueta, salió con otro video-comunicado, en pose de mandatario, acentuando el texto del comunicado de la Fiscalía y, agregándole su cantinela de que lo que se busca es “una paz con genuina verdad, genuina justicia, genuina reparación y no repetición”.

La pregunta del millón la hicieron los medios como título del comunicado de la JEP: “¿Por qué la Fiscalía no aportó las nuevas evidencias con anterioridad?”.

Para responder hay que aclarar que, a estas alturas del Gobierno Duque (9 meses), lo que ya no tiene discusión es la obsesión uribista de acabar con la JEP; y si un incriminado, sobre quien pesan 214 investigaciones, le declara la guerra a la justicia, no es precisamente en busca de una “genuina verdad”, sino en el afán de seguir gozando de una genuina impunidad, como de la que ha gozado a lo largo de los años…

Dentro de este esquema, aunque hipotético pero lleno de lógica, cabe todo lo que burdamente viene haciendo el Gobierno por enervar (como dicen los abogados) el proceso de paz heredado de la pasada Administración; porque burdas son las objeciones del Presidente a la ley estatutaria y burda es la cínica actuación de la Fiscalía en el caso Santrich.

Los términos ‘burdo’ y ‘burdel’ no son afines semánticos, pero parecen sistémicos en el sentido en que todo lo burdo corre por burdeles. Si lo burdo es lo que se impone en un Estado Social de Derecho, tal Estado termina semejándose a un burdel.

 

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