Octavio Quintero

24.11.2012 04:15

 

Una historia más…

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El escandaloso robo a la salud ya es historia; es noticia de las páginas interiores, porque la primera está copada con otras urgencia del día que van mandando las cosas importantes al cuarto de San Alejo, hasta que, de pronto, vuelven a irrumpir convertidas en situaciones aparentemente insolubles, o solubles solo por las vías de hecho.

El vicio de dejar para mañana todo lo que podemos hacer hoy, nos explica en buena parte toda la tragedia nacional a la que le vamos dando distintos marcos de exposición: el marco de la guerra; el marco de la paz; del litigio con Nicaragua; de la pobreza; de la corrupción; de las reformas (constitucionales, tributarias, educativas, judiciales)… o de la expedición de leyes con destinación de interés particular.

Cada uno de los temas atrás enunciados (en síntesis, porque la lista es larga y ancha), se presta para eruditas exposiciones, que no pasan de ahí, como esta misma nota…

Si nos sirve de consuelo, especialmente a aquellos pacientes que ahora mismo ven marchitar sus vidas en sus casas, esperando una cita médica que llega tarde; o peor aún, tirados en hospitales y clínicas, muchos ya abandonados hasta por sus mismos dolientes, si nos sirve de algo (repetimos), celebremos el tirón de orejas que la Corte le acaba de meter al gobierno nacional por las fallas en el recobro del sistema de salud.

Es lo que en su momento se enmarcó en el “Robo a la Salud”, debate que eludió el gobierno nacional hasta que el tozudo senador, Jorge Enrique Robledo, lo reventó en el Senado. Pero, ni la misma suspicacia del senador pudo contar con la astucia del gobierno que, en esto de servir los intereses del poder dominante, es maestro: le fue echando tierra al asunto hasta que ahora… ¿Quién se atreve a calificar de más importante “el robo a la salud” que “el robo del país”, en el marco (otro marco) del fallo de la Corte Internacional de Justicia de la Haya? Y ni siquiera más importante que el nuevo proceso de paz; ni tampoco que la ya larga huelga del poder judicial.

La Corte Constitucional le tira las orejas al gobierno nacional. Vaya usted a ver el escándalo que esto significaría en cualquier otro país distinto a Colombia. Aquí no: aquí eso es asunto de rutina por parte de una Corte que también se deja manosear del Ejecutivo como en ese ya histórico caso en que mediante cohecho, se reformó la Constitución para permitir la reelección presidencial, y la Corte de entonces miró para otro lado mientras pasaba a lado el cortejo de la Constitución del 91.

Sí: aquí estamos en el país de Lampedusa en el que a diario todo cambia para que todo siga igual.

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Fin de folio: Se requiere tozudez del gobierno nacional para hacerse regañar nuevamente de la Corte Constitucional por el trato abusivo (o mejor, maltrato), que las EPS dan a la población colombiana en materia de salud pública.

 

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