Octavio Quintero

27.10.2012 05:28

 

De lo imposible a lo posible

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El presidente Santos apareció el miércoles en TV, horario triple AAA, haciendo una exposición muy didáctica sobre las bondades de la reforma tributaria que ha propuesto al Congreso bajo dos poderosos argumentos: genera un millón de nuevos empleos y aleja a Colombia de la inequidad tributaria, situación por la que ocupa uno de los indeseables primeros lugares del mundo.

 

Al día siguiente, el brillante senador del Polo, Jorge Enrique Robledo, lo tildó de “mentiroso” y lo retó a un debate público, con jueces probos, en el que podría demostrarle que esa propuesta tributaria ni es equitativa ni va a generar, por efectos de reducirle la carga impositiva a las empresas, los puestos de trabajo que el gobierno asegura. “Si yo miento, renuncio a mi curul; si miente usted, renuncie a la Presidencia”, propuso Robledo.

 

No hay ni riesgos de que el Presidente acepte el reto de enfrentarse a Robledo en un debate público, y menos que juegue su solio presidencial contra la curul del senador. Queda claro que no es lo mismo, ni causa la  misma incertidumbre nacional e internacional, que renuncie un senador a que renuncie el Presidente de la República. Por tanto, llevar a la práctica el debate, resulta un imposible político…

 

Lo que no sería imposible es que se le diera al senador Robledo la misma oportunidad en TV que tuvo el Presidente para defender la reforma tributaria, en inusual estilo didáctico, que se le abona.

 

Digamos que esto podría acordarse “por las buenas”. Bastaría que los medios le dieran al Senador el mismo espacio y a la misma hora que utilizó el Presidente. Sería algo así como un derecho de rectificación al que estarían obligados los medios por haber difundido una mentira, en concepto del Senador. Esto lo contempla el artículo 20 de la Constitución en el que se establece como derecho de las personas “la rectificación en condiciones de equidad”.

 

Como resulta un imposible político que el Presidente arriesgue su solio contra la curul del Senador, la apuesta podría ser, así:

Si el Presidente gana el debate, que el Senador le pida perdón público por ofender la majestad del Jefe del Estado, al llamarlo “mentiroso”; y si gana el Senador, que el Presidente mande de inmediato a retirar del Congreso la reforma tributaria.

 

Como esto no se va a dar, porque la democracia en Colombia es un embudo, con lo ancho para ellos y lo estrecho para los demás, al menos démonos por informados que la reforma tributaria, ardorosamente defendida por el gobierno, es otra celada al Estado Social de Derecho en cuanto que contempla un asalto a instituciones tan queridas por los colombianos como El Sena, o tan necesarias, como el ICBF: ¡Hay que defenderlas!

 

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