Octavio Quintero

05.10.2012 03:36

 

El cáncer de primera clase no mata

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Lo letal no es la enfermedad: lo letal es la pobreza. ¿Cuántas personas mueren en el país de cáncer de próstata por falta de atención oportuna? La estadística resultaría hoy prueba reina del mal servicio de salud en Colombia, en momentos en que al presidente Santos lo acaban de intervenir de tan infortunada enfermedad y que, como resultado de su valiente confesión, ahora sabemos que igual buena suerte corrieron otros ilustres mandatarios y dirigentes nacionales hace algunos años y ahí están: vivitos y coleando.

Junto a muchas personas que han expresado en la red social su solidaridad  con el Presidente y su alegría de que todo haya salido bien, otros mensajes nos revelan abiertamente la situación de miles de personas no tan influyentes ni tan afortunadas.

Un Pedro Pardo, por ejemplo, dice en Facebook:

“A Juanpe le detectaron cáncer de próstata en enero y en julio lo enterramos. A Juanma le detectaron cáncer de próstata el lunes y el miércoles lo operaron y ya está bien, gracias a Dios”.

Y en la misma red, Jorge Alberto Velásquez , resulta más caustico...

“El sistema de seguridad social que tan prontamente acudió a cuidar la excelentísima próstata presidencial es el que merecen y necesitan TODOS los colombianos, especialmente quienes padecen enfermedades catastróficas: que los atiendan el mismo día que piden la cita y no se las den para dentro de tres meses; que no tengan que esperar una junta de médicos que autorice para nunca un examen de alta complejidad, que les receten los medicamentos apropiados y no ibuprofeno para detener un cáncer y que los intervengan a los cinco días del diagnóstico, para que la enfermedad no avance. Así se evitarían las miles de muertes que ocurren en este país por la desidia de las EPS y del Seguro Social, porque el sistema de seguridad social colombiano –en salud y pensiones- está montado sobre la más infame ecuación financiera: un afiliado muerto es más barato y deja más utilidad que un afiliado enfermo. ¿Cuántos millones de muertos hay que esperar para que el país reaccione ante el sistema criminal que rige la seguridad social colombiana? Si se hacen las cuentas, a su lado Her Hitler resultará un tímido aprendiz”.

El pensamiento malo que nos invade ahora es que si no hubiera sido el Presidente el paciente, otro cualquiera del montón en estos mismos momentos andaría con su grave enfermedad esperando la muerte en los pasillos de alguna clínica u hospital, o quizás a la entrada de algún destartalado centro de salud. Y lo que es más irónico, sus familiares rogando a Dios que se lo lleve cuanto antes a fin de evitarle mayores sufrimientos...

Ojala que la intervenida próstata del Presidente Santos tenga más corazón que su propio corazón que, a pesar de habérsele demostrado hace más de un año el “robo a la salud”, nada ha hecho y nada parece que hará, a juzgar por el reciente hundimiento en el Congreso del proyecto de ley sobre la declaratoria de la salud como un derecho fundamental.

 

 

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