Octavio Quintero

30.08.2012 09:52

 

Operación paz

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Unos prominentes directores de prensa se reunieron en Medellín, a instancias de El Colombiano, a opinar sobre qué tanto puede influir la información respectiva sobre un proceso de paz. La conclusión es que esto debe hacerse con mesura, casi en secreto, podría deducirse de la misma versión del medio anfitrión.

Otro columnista en Bogotá (William Calderón), usualmente bien informado en las canteras de la oposición a Santos, se refiere a las incómodas filtraciones que, según él, se vienen dando desde el mismo Palacio Presidencial sobre las negociaciones de paz –a hurtadillas- emprendidas por el Presidente en Cuba, develadas, según el itinerario que relata el columnista, primero en La hora de de la verdad, de la Cadena Súper; después en RCN-Radio por el director de noticias, Francisco Santos y finalmente por el propio expresidente Uribe.

El mundo en Colombia, ciertamente está al revés: en antes, las conspiraciones se armaban al escondido y su éxito dependía de que no hubiera sapos… Hoy, lo que parece prudente es armar al escondido el proceso de paz, y el éxito de la respectiva operación depende, según los prominentes directivos de medios reunidos en El Colombiano, de que no se filtren informaciones confidenciales en torno al proceso, tal como las que denuncia el columnista en Bogotá.

No puede haber proceso más importante para ningún pueblo en general que la paz. Eso es asunto que nos compete a todos y, por tanto, encaja dentro de la ‘Consulta Previa’ como un derecho de carácter colectivo que debe responder al principio de buena fe y debe ser realizada antes de la toma de la decisión, ha dicho la Corte Constitucional.

Resulta evidente que si a los indígenas, por ejemplo, es perentorio consultarles previamente toda adopción de medidas administrativas, legislativas o decisiones sobre proyectos que puedan afectarles en su integridad cultural, social, política, económica y participativa, pues, con más veras a los colombianos todos se nos deba consultar previamente tamaña decisión de paz con los que hoy están alzados en armas.

Así que, con todo el respeto por el concepto de los directores de medios que piensen lo contrario, parece que la consulta previa en esta nueva oportunidad que nos vamos a dar, sería el amarre social que tal vez nos ha faltado en las anteriores.

No sería suficiente adelantar una consulta previa sobre cosa tan obvia como si queremos la paz. Sería indispensable que se nos preguntara también cómo querríamos que esa paz se negociara para que fuera sostenible y sustentable en el tiempo porque, como lo dijimos en su momentos, “la paz es un estado del alma”, que no se alcanza por las armas sino por el grado de bienestar general que el Estado garantice en su momento dado a todos los gobernados.

Uno de los tres puntos básicos señalados por el Presidente a tener en cuenta en el nuevo proceso es la necesidad de aprender de los errores anteriores. Uno de ellos, seguramente, es creer que la paz es un asunto a resolver entre los bandos enfrentados, sin tener en cuenta a los que estamos en la gradería, como espectadores de tenis, mirando a ver dónde está la bolita…

En otros términos, no es escondiendo los alcances de la negociación sino socializándola, como se dice ahora, a través de un proceso de carácter público, especial y obligatorio en el cual se garantice el debido proceso que empieza por respetarnos el derecho a una información clara, veraz y sobre todo oportuna.

 

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