NO AL CARBÓN, SÍ A LA VIDA

11.07.2013 09:38

Va tomando forma en Barranquilla el movimiento “No al carbón, sí a la vida”, liderado por destacados dirigentes de la sociedad civil que exige evitar el riesgo a la salud y el medio ambiente generado por la exportación de carbón desde la capital del Atlántico y su área metropolitana.

De este movimiento hacen parte el Frente Amplio Cívico por el Rescate de Barranquilla y la ONG Cívicos por la Acción,  entre otras organizaciones.

En su última declaración, el movimiento dice:

- No hemos empezado esta lucha ahora, solamente la estamos ampliando y fortaleciendo. Las distintas organizaciones cívicas iniciamos la tarea de oponernos a todas aquellas situaciones o actuaciones que nos afecten. Somos propositivos también, pero en el tema del carbón creemos que no se justifica el riesgo a la salud y al medio ambiente para favorecer a unos pocos empresarios con el negocio de los puertos exportadores desde Barranquilla y su área metropolitana.

Concretamente, sobre la propuesta de un nuevo Plan de Ordenamiento Territorial (POT), el Frente acogió un artículo de reflexión suscrito por el historiador Jaime Colpas y el escritor Jaime Lustgarten (Corresponsal de El Satélite), cuyo texto es el siguiente:

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Propuestas del POT

La ONG, Cívicos en Acción, organizó un conversatorio con reconocidos arquitectos, urbanistas, historiadores y profesionales de la ciudad, en el cual se trataron temas transcendentales para nuestra urbe ante la propuesta del Plan de Ordenamiento Territorial del distrito de Barranquilla, el que finalmente fue presentado por la actual administración con bombos y platillos con el auspicio de El Heraldo.

En el calor de la discusión cívica esbozamos estas preguntas: ¿Qué intereses se cocinan en el plan?, y, ¿Cómo lo asimilaran los distintos actores urbanos?

Los candentes interrogantes encendieron los ánimos y la lluvia de comentarios diversos sobre el plan fueron muy valiosos, pero hubo unanimidad en considerar que detrás de este se esconden los intereses dominantes de un pequeño grupo de inversionistas y personas cuyos intereses se alejan de los de la gran mayoría barranquillera y cívica.

Entre los comentarios relevantes inquietan problemas como la desbordante densificación urbana con edificios hasta de 50 pisos ubicados en sectores en donde ya la gente no pude ni salir de sus hogares por el caos y congestión vehicular, por lo que se desmejorará la calidad del ambiente (ya deteriorado por un acumulado histórico de desorden urbano) al elevarse la contaminación visual, sonora y del aire, con lo que se afeará el gris paisaje con enjambres de cables de la luz, teléfonos, fibras ópticas, tele cables e internet de empresas que barruntan la ciudad, por falta de monitoreo y registros de la calidad del aire que se respira en distintas zonas, aunque el DAMAB tiene un laboratorio de monitoreo ambiental en convenio con Uniatlántico del que brillan por su ausencia los resultados de sus estudios.

A este elefante no blanco se le suma el creciente problema de la movilidad  que se multiplicará geométricamente con la densificación de las construcciones elevadas en distintas zonas como se aprecia en las calles 76 y 77 en el barrio La Concepción, -laboratorio natural de la densificación española-, en el que se observan problemas de movilidad en horas picos, y en otros sectores del norte de la ciudad como las carreras  51b, 51, 53, 55, 57, 58,59, entre otras donde el problema se extiende en muchas horas del día.

Esto incidirá también en el retroceso de zonas verdes, antejardines, patios arborizados y parques (hábitat de pájaros, iguanas y ardillas) ya que se incrementa la población y la cantidad de vehículos por kilómetro cuadrado y se talan árboles centenarios de la vieja Quilla con el englobamiento de casonas republicanas de conservación urbanística e histórica; por lo tanto el espacio público se vuelve un problema porque se densifica la población y el hábitat, pero no este concepto espacial en el que se fabrica el ciudadano como dijo Juan Jacobo Rousseau (véase: El Contrato Social)

Estas son hasta ahora las pequeñas observaciones anotadas por los asistentes al foro, a lo que podemos sumarles otros temas incidentes como los servicios públicos, competitividad, administración pública, usos del suelo, etc.

Pero relieva entre estos temas el temor que existe y que crecerá cada día con los puertos exportadores de carbón localizados en nuestra ribera occidental del Magdalena (irracionalmente autorizados por el POT), y mayores contaminantes del enrarecido ambiente, ya que lógicamente los vientos del mar y río los esparcirán por todos los barrios y comunas, cuyo problema se acelerará con las temporadas de vientos alisios en las épocas decembrinas hasta abril con el incremento del efecto de invernadero (Por eso en esta ciudad de cemento, escasean las lluvias y cuando cae un aguacero intenso los voraces arroyos se incrementan y devoran todo lo que a su paso encuentran).

El tema ambiental nos genera mucha incertidumbre debido a que por la forma de administrar verticalmente la alcaldía floreciente puede por decreto imponer el POT. Este hecho deslegitimará la carta magna territorial, sino se le socializa y debate en el seno del Concejo distrital como legítimos representantes de la “democracia local” como reza en los fines del Plan de Ordenamiento Territorial (POT): “los cuales incorporan las políticas nacionales, departamentales y los compromisos adquiridos por los mandatarios locales en su programa de gobierno. Estos planes y programas a su vez reflejan los intereses y expectativas de la comunidad. La elaboración de tales instrumentos debe ser un proceso participativo, interinstitucional e interdisciplinario, cuya estructura de gestión debe ofrecer espacios a los diferentes actores sociales y grupos de interés (la administración, las instituciones, los gremios de la producción y la comunidad en general, véase: Conceptos básicos del Plan de Ordenamiento Territorial, cartilla. Alcaldía Metropolitana de Medellín. Universidad Nacional de Colombia. 2005)”.

Los hechos hablan por sí solos, parodiando a Jesucristo, porque a la segunda alcaldesa barranquillera no le importa para nada la crítica social al POT, ni ésta ni sus asesores y acólitos van a escuchar a ninguno, pues, tienen una sordera de sirena mediterránea que les impide oír como los canarios por razonables y justificados que sean los reclamos de los voceros de la comunidad y especialistas. (Recordemos las críticas al Bicentenario, véase: Anuar Saad. Celebración 200 años: un fraude bicentenario, 9 de abril. zonacero.info)

Pero lo único que parece tener importancia, trascendencia y valor en esta pequeña esquina del movimiento en Colombia es el sonido de las monedas fariseas que generaran los puertos carboníferos para los inversionistas privados y sus empresas.

Aun cuando de paso no son tantos los empleos que se producirán, pero si el daño a la calidad de vida por el empeoramiento de la situación ambiental que no puede dejar de enmarcarse dentro del proceso histórico, económico y social por el que ha transitado la otrora Puerta de Oro que le dio la espalda a su río Grande de la Magdalena y que perdió el mar extensivo, , -aunque algunos intelectuales proclives a la alcaldesa estén buscando el mar en el nuevo POT, cuchilladas del río y el mar que solo existe en el himno de Amira de la Rosa y en los poemas de la inmortal Meira del Mar, factores determinantes del origen del sitio de libres y de la villa en los tiempos coloniales y republicanos, porque indudablemente por su localización, vinculación y efectos producirán factores negativos sobre el medio ambiente, aunque algunos ilusos solo vean las ventajas económicas ‘comparativas’.

Nosotros, consecuentes con los principios del calentamiento global y el cambio climático sostenemos que sin ser legos en la materia que en éste POT no se tuvo en cuenta estas leyes globales de protección al medio ambiente y calidad del aire puro. Aunque la élite barranquillera históricamente le ha prestado más oído al carnaval que a los principios en que se debe sustentar el trabajo ambiental teniendo en cuenta que en este presente caótico por los desastres naturales, tiene que primar el deber ser kantiano político y humanístico de orientar el proceso de planeación y ordenamiento de su desarrollo territorial como lo exige el desarrollo sostenible  (Es aquél desarrollo que es capaz de satisfacer las necesidades actuales sin comprometer los recursos y posibilidades de las futuras generaciones. Véase: Josep Xercavins, Diana Cayuela, Gemma Cervantes, Assumpta Sabater. Desarrollo Sostenible. Ediciones Universidad Politécnica de Cataluña. España. 2005).

Los barrios del norte y centro de Barranquilla han sufrido por décadas por el polvillo del cemento y la contaminación que desde la vía 40 nos obsequiaba Cementos del Caribe y Monómeros, y el problema se explayará porque el carbón es un mineral con mayor poder destructivo y peligroso para la salud. Por lo cual no se justifica correr este mortal riesgo solamente para complacer a los intereses de unos amigos y parientes de esta administración.

El POT, si obedece a las leyes divinas y humanas, la racionalidad instrumental y a la Constitución del 91, debe respetar primero que todo el derecho que tenemos todos a disfrutar de un medio ambiente sano y saludable, por lo que no queremos una ciudad contaminada con polvillo de carbón, ni inundada de basuras, sin zonas verdes y jardines. En fin, no queremos una urbe en la que reine el cemento y la invasión del espacio público con el atraco leguleyo y fino al medio ambiente depredado por el IVA histórico.

Entonces el POT que: ¡sí es la biblia urbana!, no debe ser una razón para desunirnos y generar nuevos conflictos urbanos y sociales, sino una oportunidad de reflexión en este resucitado rincón del TLC, Globalización, Bicentenario y Carnaval que florece para algunos, ¿cuándo debe hacerlo para todos?

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