NI LO UNO, NI LO OTRO...

18.07.2019 03:45

Por esto estamos como estamos…

REDGES

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Ni Petro tiene los micrófonos de la W abiertos cuando él quiera, ni cuando Vicky quiera. En una democracia de libertad de expresión, de opinión y pensamiento, los micrófonos de la W, y de todos los medios, deberían estar abiertos a Petro, y a todo el mundo, cuando Petro, algo o alguien más, sea noticia.

Un bonito eslogan, inmortalizado en la voz de Julián Ospina, el locutor que “anunció su propia muerte” hace 50 años, lo tenía Caracol radio en sus extras: “Cuando la noticia se produce, Caracol se la comunica”.

Es una vaina la arrogancia de las luminarias mediáticas de hoy. Se van pareciendo a la ambición de los ricos: no tiene límite. La perorata de Vicky sobre la frustrada entrevista con Petro en la W, destila una arrogancia inaudita en un periodista que trata de imponer “la ley del más fuerte” por encima del entrevistado.

Sinceramente Vicky, desde su ingreso a Semana como columnista, “se está saliendo de la ropa”. Y no es que no sea cierto lo que dice, sino la forma y orientación que le da a lo que dice. En la W, con lo de Petro, se le notaba la intención de hacerlo quedar mal públicamente; y en lo de Santos, otro “caballito de batalla” en el que se montó como columnista de Semana, se le nota la intención de “tirarse” a Santos, más que la intención abstracta que debe rodear al periodista cuando denuncia una irregularidad.

Vicky parece halar de hilos temáticos, solo con la intención particular de dañar a alguien. Y eso no es bueno ni sano en periodismo. Si el periodista es vocero natural de la opinión pública, debe respetar la pluralidad de esa opinión pública; y si lo que quiere es masificar su opinión, entonces, no la envuelva en el ropaje de periodista, porque no es ético.

Nadie tiene derecho a exigirle a un opinante en medios masivos de comunicación que opine de una u otra forma, pero si se presenta como periodista, sí tenemos derecho todos a exigirle que se comporte como tal.

Y no es solo Vicky… Lo mismo se puede observar en todos los conductores de programas informativos de radio y televisión en los que, cuando abren los micrófonos a la opinión pública, la razón no parece estar de parte de los entrevistados sino siempre, y solo siempre, de parte del entrevistador: antes, en o después del entrevistado en el transcurso del programa.

Y en este despiporre de subjetividad periodística se critican las redes sociales, abiertas a todo el mundo… Si ni siquiera se observa objetividad en quienes legal y éticamente deben propenderla, ¿qué se puede pedir a la opinión pública acicateada, por demás, por estas luminarias?

Eh ahí una buena pista de la polarización que domina todo el acontecer nacional, que parece emanar más de los medios de comunicación que de la propia esencia política o ideológica, como debería suceder.

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