MI RIO DEL MAGDALENA

19.04.2019 15:29

Volvamos a empezar…

¿Es el “Triángulo de oro”: Bogotá – Medellín – Cali, un dique al desarrollo regional? ¿O somos todos unos peces en fila india con la boca abierta de menor a mayor?…

 

Crónicas de REDGES

Octavio Quintero

Director

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El dinámico líder social del Caribe, Jorge Vergara Carbó, ha propiciado un interesante debate sobre la política portuaria y de navegabilidad del Magdalena que retrotrae el tema a la enconada discusión intrarregional de hace años, plasmada en el llamado “Triángulo de oro”: Bogotá-Medellín-Cali” que se ‘chupaba’ buena parte del presupuesto nacional, dejando las ‘sobras’ para el resto del país.

En una información de septiembre del 2009, el entonces editor regional de El Tiempo en Barranquilla, Álvaro Oviedo, decía que…

El sentimiento de regionalismo de los costeños no es una fiebre de estos tiempos. De acuerdo con historiadores y apasionados del tema, este lleva tres siglos y nada que hay correspondencia desde el poder central.

Diez años después, el internauta en la REDGES, Eduardo Urueta Alzamora (edural.baq@hotmail.com), revive el debate regional con su comentario: “Incomprensión portuaria”, y dice:

Me desconcierta la incomprensión de portuarios de Barranquilla e inmediaciones al pretender pronto desembolso de 0,041 billones de pesos de la Nación ($41.000 millones) para dragado del canal de acceso, ¡pensando en obtener draga permanente! (El Heraldo: “Portuarios reclaman al Gobierno recursos para draga permanente”, abril 17/2019).

Si los costeños del Caribe no han podido romper el centralismo nacional en esos tres siglos ¿Cuánto tendrán que luchar y esperar los costeños del Pacífico o los territoriales de todo el sur colombiano (desde el departamento del Cauca hasta las fronteras con Ecuador, Perú y Brasil; o los orientales de los Llanos: Meta y los antiguos “territorios nacionales” en la larga frontera con Venezuela o, para cerrar el círculo del olvido, los departamentos arriba en el nororiente: Santander y Guajira?

Hace años, por allá en 1978, este periodista, trabajando para La República, publicó una crónica titulada: “Colombia no llega hasta Leticia” y, si al cabo de estos 47 años volviera al sitio, seguramente tendría que convenir en que Colombia todavía no llega a Leticia. Mejor dicho, convergiendo con el tema que ahora agita Vergara Carbó, Urueta y más adelante, como veremos, Enrique Lequerica, se podría decir que Colombia no ha podido salir del “Triángulo de oro”, un polígono que en solo el 10% del territorio nacional, concentra…

  • 56% de la población.

  • 76% del producto interno bruto.

  • 76% de la producción manufacturera.

  • 72% de la industria de la construcción.

  • 75% del comercio.

  • 73% del sector de servicios.

  • 77% del café.

  • 38% de la población económicamente activa.

  • 69% de la capacidad instalada de la red eléctrica.

(Datos del 2015)

 

Y si nos apuramos, tendremos que convenir en que el centralismo no es solo del Triángulo de oro al resto del país, sino desde todas las localidades más desarrolladas hacia sus respectivas zonas periféricas, y eso se nota a la legua entre Bogotá y sus municipios satélites; entre Medellín y los municipios antioqueños y, por supuesto entre Barranquilla y los otros departamentos y municipios caribeños. El mismo internauta, Vergara Carbó, suscribió recientemente una crónica en RP (Rueda de la Prensa) que tituló “La región caribe tan centralista como la del Triángulo de oro”.

Sin el mínimo ánimo de exculpar la visión centralista del Triángulo de oro, este canibalismo representado entre el pez grande y el chico es una constante cultural heredada, tal vez (historiadores habrá que sabrán explicarnos), desde los remotos tiempos de la invasión española poblada de “criminales rasos en libertad condicional”, disfrazados de ‘conquistadores’ quienes, tras diezmar la población indígena, sembraron la semilla de “un modelo oscurantista de discriminación racial y violencia larvada”, mezclada a “los miles de esclavos africanos, traídos por la fuerza para los trabajos bárbaros de minas y haciendas bajo las leyes de Indias con sus patrones milimétricos de segregación según el grado de sangre blanca dentro a cada raza: mestizos de distinciones varias, negros esclavos, negros libertos, mulatos de distintas escalas, y los mismos blancos españoles segregaron a sus propios hijos como blancos criollos”: García Márquez en ‘Proclama: por un país al alcance de los niños’, fuente: El Satélite.

Y aquí cobra fuerza la segunda parte del comentario de Urueta:

(…)

Partiendo de aceptación de estar asociados en sometimiento a adversidad permanente, y a pesar del cierto grado de influencia privilegiada de Barranquilla con base en su poder electoral, es menester comprender que las finanzas de la Nación son sumamente limitadas por lo poco que deja libre la escondida prioridad de afianzar, preservar e incrementar la concentración del desarrollo nacional en el triángulo territorial Bogotá-Medellín-Cali mediante los recursos estatales, según estableció el denominado Plan del Triángulo de Oro. Plan que ya cumplió 38 años de exitosa vigencia ignorada, desde su promulgación oficial en televisión por el entonces Director de Planeación Nacional (fui testigo y no me he dejado engañar o confundir por el secretismo al cual empujó fuerte reacción inicial en contra). Por ejemplo, nada más que para mejor competitividad comercial marítima de Medellín ya fueron comprometidos de la Nación 15 billones de pesos en conexión por carretera con el Golfo de Urabá y 2,5 billones más para puerto de aguas profundas ahí, claro que sin contar bienvenidos sobrecostos que se presenten, considerando que lo importante no es el costo sino el servicio a usufructuarios especiales.

Desafortunadamente, es bastante obvio que no importa que la inequidad llevada a extremos sea patrón de conducta predeterminada estatal, por lo que no queda sino padecer abundancia de consecuencias indeseables.

En la red de Vergara Carbó navega otro dinámico líder social caribeño: Enrique Lequerica, quien, al leer el comentario de Urueta, dice:

Apreciado Jorge:

Gracias por remitirme el escrito de Don Eduardo Urueta Alzamora, a quién no conozco, pero cuya retorica es admirable.

Independiente de las opiniones, se suma al viejo concepto de que el río Magdalena es problema y asunto de los “portuarios” y minimiza el asunto al dragado de mantenimiento. Siento mucho repetir, que a pesar de todo lo que se estigmatice y se diga, el tema del río es comunitario y que Barranquilla debe su desarrolló gracias a situarse en los caños del río. El título de “La Puerta de Oro de Colombia” se lo ganó Barranquilla cuando entre 1890 y 1920, usando el muelle de Puerto Colombia y el trencito hasta la Estación Montoya, alcanzó a mover hasta el 65% del comercio exterior colombiano, … pero el gran negocio era del cubano Cisneros...!!

Desde 1905 se comenzaron las gestiones para construir el puerto interior  y desde 1909 se viene gastando dineros en estudios hidráulicos: la lista de consultores en búsqueda del río hidráulicamente perfecto sobrepasa las dos docenas y no se ha logrado entender al veleidoso Magdalena, un río pluvial cuya cuenca cubre el 18% del territorio nacional y cobija algo más de 35 millones de habitantes, educados pensando que el río disuelve todo: plásticos, heces humanas, cadáveres, petróleo, aceite de cocina, aguas residuales industriales, arsénico y mercurio, aserrín y hasta escombros, etc.

En el etc., podría incluirse la ‘disolución’ de graves problemas de corrupción como el de (1) Dragacol que manchó por siempre la imagen de Mauricio Cárdenas Santamaría, en su primer ejercicio ministerial (Obras Públicas), lo que no le impidió moralmente para volver a ser ministro de Hacienda y pontificar en contra del actual Plan de Desarrollo del Gobierno Duque, que, dicho sea de paso, es un canto (otro más) al centralismo y a la traición social y, (2) el de Navelena que parece tapado en la Fiscalía de Néstor Humberto Martínez con sedimento del Magdalena para que no deje ver el roto por donde empezó a salir el gran escándalo de Odebrecht: OLCSA (Organización, Luis Carlos Sarmiento Angulo).

Y agrega Lequerica:

No hay la menor duda, el río Magdalena es la gran fuente hídrica de Colombia donde se obtiene el agua para potabilizar, para los cultivos, para los semovientes, para el cultivo de los peces, para generar energía eléctrica y, a pesar de todo, ¡para navegar!

Realmente no debe ser motivo de preocupación principal que exista la necesidad y la obligación legal para hacer dragados de mantenimiento a todo lo largo del río, eso casi que podría ser tema de “portuarios”, pero el hecho de que no tengamos buena agua para uso humano, eso sí debe desconcertar a toda la comunidad costeña: ejemplos de actualidad son Santa Marta y Mompox, dos joyas coloniales y centros turísticos, ¡in agua potable!

Más que alegar por el dragado o por los aun inciertos puertos del Urabá antioqueño, preocupémonos en orientar la opinión en la búsqueda de un río sano y dediquemos nuestros esfuerzos para crecer nuestro comercio exterior de forma auténtica.

Cordial saludo,

Enrique Lequerica Otero

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Fin de folio: me quedo con la posición de Lequerica y, si me apuran, apostando a que primero terminan el puerto de aguas profundas los antioqueños en Urabá que ver saludable al rio Magdalena en Bocas de Ceniza, y ni se diga, a lo largo de su atormentado cauce: 1.528 km.

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Enlaces relacionados:

Draga permanente

 

Portuarios reclaman

 

Carta abierta de Urueta

 

Concentración Caribe

 

Un país al alcance de los niños

 

 

 

 

 

 

 

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