SE DESTAPA EL GALLO

28.08.2021 12:20

 

GLOSAS A GAVIRIA

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Octavio Quintero

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La Universidad de los Andes lleva 30 años poniendo neoliberales en los puestos claves del alto gobierno: Ministerio de Hacienda y Planeación Nacional, principalmente. Ahora quiere la Presidencia.

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La salud es un negocio que hay que hacer compatible con el bienestar del paciente. Esto decía, en síntesis, el entonces ministro de Salud, Alejandro Gaviria, en El Espectador, 2013… 

Esa “compatibilidad” que buscaba desde el Ministerio de Salud lo llevó, un año después (2014), a atacar a fondo la ley estatutaria sobre el derecho fundamental a la salud, cuando la Corte la avaló, diciendo, con profunda ironía… “La Corte Constitucional quiere que todos los colombianos coman langosta”.

“Mejor agente del sector financiero y de las EPS, imposible”, le respondió, entonces, también con elegante sarcasmo, el académico y gran médico por excelencia, José Félix Patiño (1927 – 2020).

El exministro y hoy candidato presidencial “independiente” ha sido solo un acólito académico de las élites dominantes. El solo hecho de haber sido decano de economía y rector de los Andes, el think tank del modelo neoliberal más importante de Colombia, de donde han salido los ministros de Hacienda y directores de Planeación Nacional de los últimos 30 años, es, en realidad, un avanzado representante de la casta política y los poderosos grupos económicos que imponen ese excluyente modelo económico en el país.

A. Gaviria es un conspicuo expositor sofista, capaz, gracias a su grandilocuencia,  de envolver falacias en papel de regalo y presentarlas como menú cotidiano de buen ciudadano preparado para afrontar las más duras vicisitudes de la vida. Júzguenlo ustedes por el promocionado vídeo de lanzamiento de su candidatura en donde “descubre” que “Colombia tiene futuro”: obvio, le respondería ‘Lokillo - Rastacuando’ desde Sábados Felices.

La crítica que le hizo al entonces presidente Santos, en 2011, sobre su propuesta de reforma a la salud es otra colección de su cháchara erudita:

“… Los gobiernos actúan en dos dimensiones distintas: la simbólica y la real. Con frecuencia, los cambios reales requieren una retórica precisa que concite las voluntades y alinee los intereses. En fin, los discursos y las palabras son importantes, a veces imprescindibles. Pero tarde o temprano toca trascender las promesas y resolver las contradicciones” (El Espectador, 2011).

Este hombre confiesa aquí que es válido engañar a la gente cuando se trata de resolver “contradicciones” que, en el contexto de su columna, se deduce que pone por encima la salud financiera de las EPS que la salud orgánica de las personas. En otras palabras, A. Gaviria es de la escuela… “El fin justifica los medios”, la filosofía aplicada por los pragmáticos, tanto en política como en los negocios y las cuestiones éticas porque, al final del día, cuando el asunto es “importante” cualquier medio para lograrlo es válido.

Si el debate político del momento es el cambio --“no más de lo mismo”—, es lo que se oye decir en las orillas del actual régimen, el candidato A. Gaviria sencillamente no es el outsider que pretende aparentar. Antes de votar por él, bien harían sus prosélitos en pedirle explicaciones sobre el llamado “robo a la salud”, destapado en su gestión ministerial, donde se perdieron 1,4 billones de pesos que Saludcoop le debía devolver al Estado. Y rumbó, en el proceso del paso de los afiliados a Cafesalud, primero, y Medimás, después, las más flagrantes irregularidades administrativas y éticas, y, por supuesto, más plata en los bolsillos de la corrupción. Tanta plata no se pierde a espaldas de un ministro, y si fue así (dándole el beneficio de la duda), un ejecutivo así no tiene pasta para gerenciar los destinos de la nación, menos en esta coyuntura, asolada por una terrible pandemia y por el más inepto Presidente que haya tenido el país en la historia reciente.

Yo creo que la experiencia con Duque, fue suficiente…

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Fin de folio.- No somos meramente espectadores del debate político que finalmente se resuelve en las urnas con nuestro voto. Votar a conciencia es echar las bases del país que quisiéramos habitaran nuestros descendientes.

 

 

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