LAS FARC COMO TRAGEDIA Y FARSA

02.03.2016 06:38
 
Editorial El Satélite
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Las Farc son a Colombia una tragedia y una farsa a lo largo de su historia de más de 50 años.
 
1. La historia como tragedia
Contrario a lo que casi todos piensan, la tragedia de sufrir las Farc por tantos años, no son solo las 250.000 víctimas fatales que se le atribuyen a la violencia, sino también la doble influencia que la organización guerrillera –en principio—ha tenido sobre la política, especialmente en los últimos años.
 
Indudablemente el camino equivocado de las armas que muchos ilustres líderes emprendieron, marchitaron la evolución de la izquierda en Colombia como alternativa de gobierno: primero porque, aunque muchos compaginaran con la combinación de todas las formas de lucha para alcanzar el poder, pocos estaban dispuestos a jugarse el pellejo detrás de un fusil; y segundo porque, abatidos esos ilustres guerrilleros, la izquierda colombiana se fue quedando huérfana de auténticos líderes, ideológicamente bien definidos, pasando a manos de trásfugas que cuando se han asomado al poder se han quedado pegados a la mermelada de la burocracia dominante.
 
2. La historia como farsa
Otro cuento es la farsa montada por el establecimiento alrededor de las Farc, tal vez con anuencia de la misma organización que de alguna manera se beneficia, especialmente hoy que su lucha ya no es ideológica sino económica, en virtud de sus confesos nexos con el narcotráfico.
 
Desde Pastrana (1988-2002) hasta Santos (2014-2018), vamos a completar 20 años en que los presidentes de Colombia se definen por el famoso “cójanlos-cójanlos; suéltelos-suéltenlos”.
 
Sutilmente, desarrollando el aspecto emocional, uno de los 10 puntos en que  Noam Chomsky clasifica la estrategia de la manipulación, los presidentes Pastrana, Uribe y Santos son el resultado de la emoción de los electores, más que de la reflexión.
 
La emoción en política, según Chomsky, tiene la particularidad de causar un corto circuito en el análisis racional y crítico de los individuos. Permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos…
 
Este punto de manipulación le ha dado mucho rédito principalmente a Santos, y él lo sabe. Abiertamente, su nuevo alfil de paz, José Miguel Sokoloff, dice que “La campaña por el SI debe apelar a las emociones”.
 
Emociones como las que le sirvieron a Santos para la reelección: “Esta elección es entre la paz y la guerra”, dijo un mes antes de la primera vuelta; y ahora, abriendo la campaña por el SÍ del plebiscito, pide a los colombianos que digan “yo sí quiero la paz para mí y para mis hijos".
 
Es decir, votar NO es desear la guerra; votar SÍ es desear la paz. No hay otra alternativa. En el inconsciente de los electores ha quedado injertado el deseo de la paz y el miedo a la guerra. “Lo mismo que antes” diría esta noche en la apertura de su programa, Zoociedad, Jaime Garzón… es decir, si no lo hubieran matado, dramáticamente, lo mismo que antes. 
 
En este orden de ideas, la primera ganancia del proceso de paz abierto en La Habana sería no solo el desarme de las Farc, sino el desmonte de una manipulación emocional que nos ha inhibido la reflexión electoral.
 
Ya verá la gente si elige a Timochenko senador, o no; pero sería distinto a elegir a tal o cual presidente porque prometa acabar con Timochenko a punta de balas o a punta de lengua.

 

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