La guerra de las divisas

10.11.2010 09:18

La moneda china se aprecia con fuerza a dos días del comienzo del G-20. "Ojo con medidas que benefician a EE UU a costa de otros", critica Almunia.

EL PAÍS - Madrid - 10/11/2010

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El yuan dio ayer una pequeña alegría a los estadounidenses y los europeos. Se fortaleció un 0,55% frente al dólar, su mayor avance en un día desde 2005. Todo un mundo para una moneda sometida al férreo control de las autoridades chinas que ha desatado una guerra de divisas que amenaza con convertirse en uno de los principales elementos de discordia en la cumbre del G-20 que arranca mañana en Seúl. Merkel reclama a Pekín que deje que su divisa se acerque al "cambio justo".

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El motivo de esta inusual apreciación es el rumor que corría ayer por los mercados de divisas de que China iba a permitir una rápida escalada del yuan -en lo que va de año apenas ha subido un 2,76% frente al dólar, pese a la fortaleza de la economía china y la anemia de la estadounidense- justo antes de la cumbre. Esto sería todo un gesto por parte de las autoridades del gigante asiático que arrinconaría todavía más a Estados Unidos en Corea del Sur.

Desde que la Reserva Federal decidiera comprar bonos por 600.000 millones de dólares, las críticas a Estados Unidos no han cesado: China, Brasil, Corea, Alemania. Todos cargan contra una medida de estímulo económico que tiene como efecto indirecto la devaluación del dólar y, por tanto, facilita las exportaciones estadounidenses a costa de las del resto. Ayer fue el turno de Joaquín Almunia, el comisario de Competencia de la Unión Europea y vicepresidente de la Comisión. "Estamos en un proceso de diálogo dentro del G-20 y, por tanto, ojo con tomar medidas que puedan beneficiar a Estados Unidos a costa de los demás", analizó Almunia.

En la misma línea, se expresó el secretario general de la CEOE, Ángel Gurría. "Entramos en un periodo delicado porque la política monetaria estadounidense tiene efectos colaterales a los que será difícil hacer frente", escribió el mexicano en el diario francés La Tribune.

Fue una toma pública de posición más antes de la cita de Seúl. También lo hizo la canciller alemana Angela Merkel. En una entrevista en Financial Times, la reclamó a China que permita que su moneda se acerque más su "tipo de cambio justo". Merkel aprovechó también para rechazar la propuesta estadounidense de limitar los superávits comerciales de países como China o Alemania -este año superará el 6% de su PIB- para lograr una recuperación equilibrada.

 

Fuertes críticas a EE UU

Las críticas al estímulo monetario arrinconan a EE UU antes del G-20. Obama sale en defensa de las medidas de la Reserva Federal frente al enfado de los países emergentes, con China y Brasil a la cabeza, y el Eurogrupo

A. BOLAÑOS / AGENCIAS - Madrid

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La ventaja de tener varios viceministros de Finanzas es que hay personal de sobra para hacer la tradicional representación poli bueno-poli malo. Si el sábado fue un viceministro chino, Wang Jun, el que se mostró comprensivo con el polémico estímulo monetario aprobado por la Reserva Federal la pasada semana, ayer Pekín volvió a la ofensiva. "Hay más dinero caliente dando vueltas ahora que al principio de la crisis, Estados Unidos no ha tenido en cuenta el impacto del exceso de flujos de capital en la estabilidad de los mercados emergentes", lanzó el viceministro Zhu Guangyao. La decisión de la Reserva Federal "será un golpe para los mercados financieros, en especial, para los de las economías emergentes", remachó. El Eurogrupo, más Alemania y Rusia se sumaron con entusiasmo a las críticas a EE UU, que protagonizan los preámbulos de la quinta cumbre de líderes del G-20.

Geithner propone que se vigile el saldo comercial en lugar de poner un límite. En la víspera del inicio de la cumbre de Seúl, Alemania dice que la política monetaria estadounidense carece de rumbo. La obra le está saliendo a China a pedir de boca. En la cuarta cita del foro de países ricos y emergentes, celebrada a finales de junio en Toronto (Canadá), el gigante asiático eludió una encerrona diplomática al anunciar una apreciación controlada de su moneda, el yuan, una exigencia unánime de los países avanzados, con EE UU a la cabeza. Tres meses después, la revalorización del yuan se ha quedado en anécdota (apenas un 2% respecto al dólar), pero las últimas decisiones estadounidenses han girado el punto de mira sobre Washington.

La propuesta del secretario del Tesoro de EE UU, Timothy Geithner, de limitar al 4% del PIB el saldo exterior (superávit o déficit) de cada economía, ha cosechado un rechazo mayoritario. Tanto que el pasado viernes retiró la idea de un objetivo fijo en favor de "una serie de indicadores, que actuarían como una alerta temprana sobre grandes excedentes o déficit para que puedan ser monitorizados", dijo ayer Geithner en Nueva Delhi (India).

Y ha gustado menos aún el anuncio de la Reserva Federal de que volverá a generar dólares para financiar la compra de títulos de deuda pública (420.000 millones de euros) a los bancos de EE UU: la decisión busca incentivar el crédito y la inversión en títulos privados, pero de paso, deprime el tipo de interés y el valor del dólar. Y hace más atractiva aún las operaciones a corto plazo en países emergentes, temerosos de la formación de burbujas en sus mercados financieros.

El presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, criticó el paquete de estímulo monetario de EE UU porque en su opinión conducirá a "una salida de la crisis inflacionista", informa Andreu Missé. En su comparecencia ante el Parlamento Europeo, Juncker expresó su temor porque las medidas adoptadas por Washington provocarán un "aumento de liquidez hacia los países emergentes que estos no podrán absorber". Reiteró su convicción de que "el dólar no se encuentra al nivel en que

debería estar en relación al  euro", abogando implícitamente por su apreciación.

Alemania y Rusia (dos países con elevados superávit comerciales, como China) también se liaron ayer a dar mamporros dialécticos contra Washington, bajo la agradecida mirada de Pekín. "No es justo que los americanos acusen a China de manipular los tipos de cambio y después le den a la impresora de billetes y rebajen la cotización del dólar", lanzó el ministro de Finanzas alemán, Woflgang Schäuble, para quien la política estadounidense carece de orientación. "El presidente ruso insistirá en Seúl en que acciones como la de la Reserva Federal deben consultarse antes con otros países del G-20", adelantó Arkady Dvorkovich, asesor del líder ruso, Dmitry Medvédev.

Y el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, de visita oficial en India, tuvo que levantar la guardia y defender el estímulo monetario con una advertencia: "El mandato de la Reserva Federal, que es también mi mandato, es hacer crecer a nuestra economía. Y eso no es solo bueno para Estados Unidos. Lo peor que podía ocurrir a la economía mundial es que nuestro país acabe estancado o con un crecimiento muy débil". Para Obama, no es sostenible que haya países "con superávit masivos, mientras otros tienen déficit masivos. Los ajustes en las monedas deben llevar a un esquema de crecimiento más equilibrado".

El presidente de EE UU admite que "todos los países están preocupados ahora por lo que hacen los otros, pero la línea de flotación debe estar en pensar que todos los países del G-20 se beneficiarán si la economía de EE UU crece".

Lo que cada vez está más claro es que la controversia sobre los tipos de cambio y los desequilibrios externos restará muchas energías a las delegaciones del G-20 en Seúl. "Todo el mundo sabe ya que existe una guerra de divisas", indicó el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, quien puso en pie de igualdad "la devaluación de la moneda china y de la moneda estadounidense", otra muesca en el revólver de la diplomacia del gigante asiático. Una "guerra de divisas" que oscurece

otros asuntos en la mesa de la cumbre coreana, como el primer paso significativo en la reforma financiera o la cesión de poder a los emergentes en el FMI. 

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