La cota de la corrupción política

18.11.2012 03:03

 

Por macabra coincidencia, la cota de la corrupción política parece estar en Cota, ese apacible municipio sabanero de hace apenas unos años, pegado a Bogotá por su costado noroccidental.

Cota no tiene tranquilidad política ni administrativa desde el 2008 cuando su entonces alcalde, Néstor González, resultó elegido, no obstante que sobre él pesaba una sanción de la Procuraduría General que lo mantenía inhabilitado para ejercer cargos públicos. Cuatro años después, la historia se repetía: fue destituido el elegido en octubre del 2011, Juan David Balcero, reemplazado por otro jurídicamente cuestionado; Alexander Prieto.

¿Por qué han sido elegidos? Por aquello que ha venido cambiando la tradicional definición de la democracia: “una persona un voto”, por: “un voto un peso”, con lo que se entiende, ya sin ninguna duda, que la democracia ya no es ese “gobierno del pueblo”, según sus raíces etimológicas, sino el gobierno de ese poderoso señor que es Don Dinero.

Cota, junto con el departamento del Valle y su misma capital, Cali, son la punta de un monstruo político que en Colombia ya es un conocido de autos: la compra de las elecciones en ese bazar que se nos monta en periódicas jornadas electorales como la renovación de cargos públicos y corporaciones: Presidente, gobernadores y alcaldes; Congreso, asambleas y concejos: ¡Pamplinas!

Colombia entera no tiene democracia; no al menos como debiera ser, aún con su “justa corrupción”, parodiando al expresidente Turbay. En la vida municipal se aprecia más, como microbio en microscopio, las garras de esta corrupción política que va escalando evidencias a nivel nacional, como las que nos trae en su última edición la revista Semana:

“Pocas veces el país ha tenido la oportunidad de conocer en detalle la manera como se roban unas elecciones. Y nunca antes se estaba tan cerca de llegar al fondo del fraude como parece estarlo en las tres investigaciones que se siguen por las votaciones a la Alcaldía de Cali, las atípicas para Gobernación en el Valle y la de la Alcaldía de Cota, Cundinamarca”: El Chofer del Registrador.

(…) Se descubrió que un ahijado político de Alfonso Portela, director de Asuntos Electorales de la Registraduría (socio y mano derecha del Registrador, Carlos Ariel Sánchez), figura como pieza central en el escándalo de las últimas elecciones atípicas de Cota, al parecer compradas.

Las revelaciones de Semana sobre las porquerías en las elecciones se conoce pocas horas después de que el presidente Santos retara desde España a las Farc a disputarle a la “democracia” colombiana el poder en las urnas, afirmando que, mientras tanto, nada cambiará: “Pelea de tigre con burro amarrao”… Ese es el puente de Paz que se le ofrece a Colombia.

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Fin de Folio: Decir que Cota no tiene tranquilidad política ni administrativa hace varios años, es como decir que alguien cayó al vacío sin decir qué le pasó. Del 2008 en adelante, Cota se ha degenerado como virgen recién prostituida;  no tiene gobernabilidad y los transitorios alcaldes,  como saben que también caerán, se aprovechan de la confusión como pícaros en saqueo.

 

 

 

 

 

 

 

 

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