LA CONSTITUYENTE ES EL CAMINO
15.07.2013 08:56Desanima apreciar entre la opinión pública a personas de reconocido liderazgo político y social dejando progresar la idea –y hasta creyendo ellos mismos- que de la Habana puede salir un tratado de paz.
Ésta equivocada percepción no deja dar el primer paso hacia una constituyente de donde debiera salir una nueva constitución, el verdadero “tratado de paz perpetua”, si es que en ella se logra interpretar lo más fielmente posible el concepto de nación.
Porque, en todo sentido (económico, político y social), Colombia no es una nación. Es un territorio delimitado por aquí y acullá, dentro del cual habitan, por lo menos, cinco regiones muy distintas, tanto que, al cabo de 200 y más años, la vida ha sido una constante lucha entre distintos bandos; y la integración social imposible, inclusive auspiciada por cierto segregacionismo que concede personería jurídica a las colonias en Bogotá, tipo embajadas, que se hacen llamar “Casa de Antioquia”, “Casa de Boyacá”, “Casa del Valle del Cauca”, “Casa Costeña”, y siguientes…
La Constitución del ’91 no fue el epílogo de un tratado de paz con el M-19, como generalmente se cree. La versión que más se aproxima a la realidad es que fue “cortina de humo”, para meterle al país el modelo neoliberal tristemente recordado como el “revolcón”.
Que en desarrollo de ella se hayan introducido elementos propios de una nación socialmente concertada y solidaria, fue como la anestesia que se le aplica al paciente mientras le arrancan las muelas. Tan es así que hoy debemos tener un record Guinnes por reclamar, al ser el único país del mundo que reforma su constitución casi dos veces por año y, especialmente, desmontando todo eso que en términos de avance social se logró en la Constitución del ’91.
¡Eso es!: no quieren una nueva constitución en que se pacte un nuevo modelo económico, distinto al neoliberal o, una nueva constitución que nos dé el remedio definitivo a nuestras desavenencias: la federalización.
En tanto en cuento sigamos creyendo que gobernar a Bogotá es lo mismo que gobernar a Leticia o Rio Hacha; a Medellín, Cali, Barranquilla e intermedias, estamos tacando burro. Colombia no es una nación en el estricto sentido de la palabra, y, por tanto, no se puede gobernar en paz una sociedad que no es solidaria entre sí, primer principio de nacionalidad.
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