José Fernando Isdaza

22.09.2012 00:00

 

Su columna en el Elespectador.com

*

El 31 de agosto murió el cardenal Martini, por muchos años el arzobispo de Milán. Fue un católico progresista y humanista.En el diálogo epistolar con Umberto Eco se discute la posibilidad de fundamentar la ética sin recurrir a conceptos religiosos.

Eco defiende la tesis de una ética basada en principios humanistas sin necesidad de premios o castigos fuera del discurrir de la vida.

Martini sostiene la necesidad de normas que superen la simple evolución social. Las cartas fueron publicadas en el libro En qué creen los que no creen.

Martini, en la Cátedra de los no creyentes, busca escuchar qué aportan los ateos a la salvación del mundo y a la construcción de una ética humanista. Considera que el mundo no debe dividirse entre creyentes y no creyentes, sino entre pensantes y no pensantes. Tomando una frase de Bobbio dice: “Lo que me interesa es la diferencia entre pensantes y no pensantes. Después escucharemos las razones del que no cree y las del que cree”. La apertura ideológica tuvo un efecto positivo sobre el número de ordenaciones sacerdotales: mientras el arzobispado de Milán ordenaba anualmente entre 30 y 40 sacerdotes, los otros ordenaban uno o dos.

Al igual que Hans Küng, Martini siente una profunda emoción mística e histórica por Jerusalén. Con diferentes análisis, ambos convergen en concluir que sólo habrá paz mundial si hay paz religiosa, y que ésta necesariamente pasa por la armonía y el respeto entre las diferentes religiones que deben convivir en la ciudad histórica. Hoy, cuando se sienten vientos de guerra en esta convulsiva región, los líderes mundiales deberían estudiar y analizar las propuestas de estos maestros para desarmar los espíritus.

En el cónclave del año 2005, filtraciones sobre el desarrollo de la reunión de cardenales permiten concluir que en la primera votación Martini obtuvo 40 votos y Ratzinger, 38; no alcanzó la mayoría

absoluta. Hay rumores de que el cardenal López Trujillo, conocedor de la burocracia vaticana, utilizó sus contactos para impedir que Martini obtuviera los votos necesarios para acceder al papado. Otras versiones señalan que fueron los problemas de salud los que inclinaron la balanza a favor de Ratzinger. Para la renovación de la Iglesia hubiera sido más conveniente el papado de Martini, así fuera corto.

Pocas semanas antes de su muerte Martini concedió una entrevista en la cual afirma que la Iglesia está desfasada 200 años en entender la realidad social. Sus puntos de vista sobre el uso del condón, como un “mal menor” para evitar el VIH, sobre las uniones homosexuales, en el sentido de que es mejor aceptar una unión estable que simples encuentros casuales, lo pusieron fuera de la doctrina oficial, y desfasada, de la Iglesia.

En bioética acepta la legalización del aborto, retomando la tesis tomística de que el alma no se une en la fecundación del óvulo, sino cuando el feto alcanza un cierto desarrollo. Respalda la decisión de los pacientes de rechazar prácticas médicas extremas.

Hoy, cuando en el país se debate cómo debe ser la búsqueda activa de la paz, es conveniente analizar la participación de Martini en el desarme de las Brigadas Rojas y en la búsqueda y el encuentro de mecanismos de reparación y perdón.

El doctor Antonio Copello publicó en la Universidad Jorge Tadeo Lozano un sobrio y denso ensayo: Maestro, pastor y profeta: Carlo María Martini. Su lectura permite acercarse a la obra de este pensador.

 

—————

Volver