Inversión extranjera

09.08.2012 05:29

 

Emilio Sardi, en el País de Cali

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Dentro del modelo económico que montó en Colombia el nunca

suficientemente lamentado gobierno de Gaviria, se suponía que la

inversión extranjera (IED) iba a contribuir y estar articulada con la

generación del desarrollo económico y social del país. Ha sido otra la

verdad, y esa inversión se ha concentrado en la gran minería y la

explotación petrolera, actividades que generan altos ingresos (y con

frecuencia grandes impactos ambientales), pero poco empleo. Esto

cuando no es de capitales golondrina que escamparán aquí mientras

puedan obtener grandes utilidades gracias a las torpes medidas del

Banco de la República.

 

Las cifras hablan. De los US $30.837 millones de IED recibida desde

2009 hasta el primer trimestre de 2012, el 63% (US $19.317 millones)

se destinó a los sectores petrolero y minero. En cuanto a las

inversiones en los sectores manufacturero, financiero y de servicios,

las cuantiosas transacciones por compras de empresas nacionales ya

existentes no permiten afirmar que correspondan a nuevo capital

productivo, con la excepción de algunas actividades en zonas francas y

del sector hotelero, beneficiados por importantes incentivos fiscales.

La compra por parte de extranjeros de compañías locales conduce, en

muchos casos, más a la eliminación de puestos de trabajo a través de

integraciones con sus matrices que a la generación de empleo. Por eso,

la UNCTAD reconoce en su Informe sobre Inversión Mundial 2012 que, a

pesar de ser uno de los países más atractivos para la inversión,

Colombia hace parte del grupo en los que la inversión internacional

tiene poco efecto en el empleo.

 

Así mismo, el país no ha recibido inversión significativa en

conocimiento y tecnología, pues con nuestra total apertura comercial,

a las multinacionales de alta tecnología les interesa sólo explotar

nuestro mercado. De hecho, en relación con el aporte en transferencia

de tecnologías y conocimiento, el informe de la CEPAL sobre inversión

extranjera en 2011 concluye que los proyectos en industrias con alta

tecnología o en investigación y desarrollo son modestos en América

Latina, y se concentran en Brasil y México.

 

Adicionalmente, la mayor parte de las multimillonarias utilidades de

los inversionistas extranjeros se giran al exterior y apenas se

reinvierte aquí un pequeño porcentaje de ellas, menor que el promedio

de América Latina. Según la CEPAL, en los países de la región se

reinvirtió en 2011 cerca del 46% de las utilidades obtenidas por la

IED, mientras en Colombia sólo se reinvirtió el 25%. Nuestra remisión

de utilidades es masiva y en 2011 llegó a US $10.375 millones, muy

cerca ya a la cifra récord de US $ 13.297 millones de la IED.

 

Es claro que es hora de revisar nuestro modelo económico, y no se

puede seguir cacareando porque el crecimiento histórico de la IED nos

ubica ya como el cuarto país en América Latina en ese campo. Como en

otros países, deben establecerse aquí políticas que hagan beneficiosa

la inversión extranjera. Se debe fijar impuestos a las remesas,

revisar las regalías mineras para acercarlas a las que rigen en el

petróleo, y establecer mayores controles a los capitales golondrina.

La inversión extranjera debe demostrar que contribuye de manera

significativa a la generación de empleo, a la formación de nuevo

capital productivo en el país, a la transferencia y desarrollo de

conocimiento y tecnología, así como al desarrollo sostenible.

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