Ingeominas al banquillo

30.01.2011 05:22

Le tocó el turno a Ingeominas. El gobierno va a meterle muela a la más indolente de todas las entidades de cara a la protección de los recursos naturales y del medio ambiente.

No es solo esas areneras que hieren la vista a lado y lado de las modernas vías que unen a Chía, Cajicá, Sopó, Tocancipá, Gachancipá e intermedias, como dicen los buses intermunicipales, sino esas minas de carbón de Antioquia, Santander, Cundinamarca y Boyacá, en donde muere al menos una persona día por medio.

Ingeominas, según el presidente Santos, va a ser sometida a reingeniería, y seguramente le van a transferir muchas de las responsabilidades que hoy, supuestamente, tienen las CAR, que tampoco han hecho nada, salvo “darle papaya” al gobierno para intervenirlas a la luz de la pasada tragedia invernal.

Entendemos los temores del senador del Polo, Jorge Enrique Robledo, cuando sostiene con irrefutable argumento que en esto de la reforma a las instituciones ambientales, el gobierno sólo busca concentrar el poder para poder manejar a su libre albedrío la “Locomotora Minera”. Pero es que, el manifiesto desgreño nacional en este campo nos está empujando a la “selección adversa” que dicen los economistas: aquella en que uno queda sometido a escoger entre dos males el mal menor. Con las CAR e Ingeominas nos está pasando como con aquellos juegos de cartas tan enredados en que, para ponerlos en orden, lo único que se puede hacer es “barajar y volver a repartir”.

Las CAR resultaron un fortín político y un nido de corrupción, y en el medio se dejó a Ingeominas como excusa de la ineptitud regional y local. En estos municipios de Sabana Centro que se citan antes, las autoridades ambientales le dicen a la gente con toda desfachatez… “no podemos hacer nada”, porque tal o cual explotación arenera fue autorizada por Ingeominas con base en la ley 1382 de 2010… Y punto, les faltaría agregar.

Nadie va a discutir que la muerte de un ser humano está por encima de cualquier comparación. Y por eso, cuando en estos avatares de la discusión ecológica hay de por medio muertos, todos nos rasgamos las vestiduras. Fue lo que pasó en el fragor de la ola invernal y lo que acaba de pasar en la mina de carbón de Sardinata, Norte de Santander, que sirve al presidente Santos, ojalá no como excusa, para decir que “el gobierno adelantará una reforma institucional que permita desarrollar la minería en forma ordenada y responsable, teniendo como prioridad la seguridad de los trabajadores”.

No sólo la seguridad de los trabajadores, Presidente. Ojalá también la seguridad del Medio Ambiente y  la protección de los Recursos Naturales renovables y no renovables. Claro, nos duele mucho la muerte por explosión de un minero en cualquier socavón, o la desmembración de un arenero a quien le explota en la cara un taco de dinamita. Pero, a renglón seguido, nos importa un bledo el ecocidio que a diario cometemos de mil formas y maneras.

Tantos años machacando sobre el mismo tema, nos han vuelto escépticos. Pero, ojalá, Presidente, ojalá en esto acierte, porque aquí la cuestión ya no es ideológica sino de vida o muerte.

  

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