IMPUNIDAD A LA CARTA

13.06.2019 14:22

Santrich importa un bledo…

preocupa Duque

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“El Presidente de la República simboliza la unidad nacional y al jurar el cumplimiento de la Constitución y de las leyes, se obliga a garantizar los derechos y libertades de todos los colombianos”: Art, 188, CP.

 

 

Editorial REDGES

Octavio Quintero

Director

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El presidente Duque está violando la Constitución. No es cosa de pasar por alto, pues, políticamente hablando, no hay conducta más antidemocrática que la violación de la Constitución por parte de la primera persona llamada a respetarla.

Y el Presidente está violando la Constitución con premeditación y sevicia al calificar abiertamente a Santrich de “mafioso”. No puede el Presidente administrar justicia verbal, y ese es el sentido de la advertencia de la ONU el pasado 05 de junio al llamar la atención del Gobierno a que “deje de incitar a la violencia” contra los desmovilizados. Nadie pondría en duda que, de la actitud de Duque, se deriva la animadversión contra Santrich expresada por estos días en el Congreso por unos parlamentarios, desprestigiados ellos mismos a cuál más, dándoselas de dignos porque a una de tantas curules llegó un supuesto deshonesto; supuesto que podría aplicársele a casi todos que, de una u otra manera, están incursos en la falta grave de incumplir el mandato legislativo otorgado por los electores.

Para el caso, ésta no es una defensa del exguerrillero, sino, más bien, una fundada preocupación de que el jefe del Estado pase por encima de algo extendido a todos, y tan entendido por todos, como es el derecho fundamental a la presunción de inocencia, artículo 29 de la CN:

“… Toda persona se presume inocente mientras no se la haya declarado judicialmente culpable”. 

La gente dice que “el principio es la mitad del fin”. Si a un Presidente se le permite impunemente violar la Constitución, ese presidente va camino de convertirse en un dictador como, para el caso, ven a Maduro en Venezuela los que montaron a Duque en Colombia.

Probablemente ni Santrich ni su partido Farc (Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común), estén interesados ahora, en estos momentos de efervescencia y calor por la paz, en demandar al Presidente por perjurio y calumnia; saben que… “el que manda, manda, aunque mande mal”, como es el caso.

Esta estratégica decisión de la Farc califica en lo “políticamente correcto”, pero no casa con la debida conducta que debe observar el mandatario nacional.

El presidente Duque está prevaricando. La Corte Constitucional se ha pronunciado en relación con esto (sentencia T-118 de 1995) en la que considera que una abierta contradicción de preceptos constitucionales por parte de un funcionario público da lugar a una investigación penal por el delito de prevaricato.

Ahora, violar la presunción de inocencia tampoco es legaña de cualquier mico. Si el presidente de un país (cualquier país), viola la presunción de inocencia y la justicia no procede en consecuencia, ese Estado no es de derecho, o sea, no es democrático.

Que Santrich haya violado el Acuerdo de Paz, no es más importante, políticamente hablando, que el Presidente esté violando la presunción de inocencia. La justicia se encargará de juzgar a Santrich. De eso debiéramos estar seguros, Pero, ¿juzgará también al Presidente?, o pasará por la justicia su violación de la Constitución como el rayo del sol por el cristal…

Y, al final del día, institucionalmente hablando: qué causa mayor incertidumbre nacional: que uno de los exguerrilleros de las Farc viole el proceso de paz, y la justicia le esté adelantando la correspondiente investigación, por controvertida que esté resultando, ¿o que el Presidente viole –con impunidad— el derecho fundamental a la presunción de inocencia? Póngase esto en sondeo, y no cabría duda del resultado…

Ahora, ¿qué motivo lleva al Presidente a violar la CN?: la polarización política que ahoga al país y afecta, de ahí en adelante, todo.

Podríamos concluir, en este contexto, que el gerente del Banco de la República tiene razón: la polarización política está afectando la evolución económica del país. No está hablando “paja” como quiso minimizar tamaña observación el ministro de Hacienda.

 

 

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