ILUSIONISMO FINANCIERO

13.06.2020 16:11

Despacio que estoy de afán

En medio de una pandemia que dejará un cementerio de empresas y millones de trabajadores desempleados, el Gobierno le abre espacio a un nuevo producto financiero, hipoteca inversa, para “ayudar” a la tercera edad

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Octavio Quintero

El Satélite

Envía: REDGES

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La experiencia de los colombianos con el sector financiero no es buena. El UPAC es una herida que se niega a cerrar. Todavía anda viva esa historia en los juzgados. Historias parecidas pudieran contarnos hoy pequeños y medianos emprendedores que acuden a préstamos bancarios, echando suerte.

La relación de la banca con los clientes es per se conflictiva. La Superintendencia Financiera puede dar fe en su bitácora de reclamos:  8.327 quejas mensuales (mayo 2020) de la gente que llega hasta esa instancia oficial, descontando los que logran resolver sus problemas directamente, y muchos otros (muchos es muchos) que dejan así, antes que entrar en la vorágine de lo absurdo que domina la burocracia público-privada que se amplifica en la pareja Estado-sector financiero.

Es en este escenario que el Gobierno propone sembrar un nuevo producto financiero: la hipoteca invertida, dirigida a los mayores de 65 “para proteger a esas personas, que se han esforzado y trabajo tanto por nuestro país”, dice Duque.

Como siempre, en el lenguaje sibilino del Presidente aflora la zalema que esconde el fracaso de la política socioeconómica del Estado: si se han “esforzado tanto los mayores”, como dice, ¿por qué no cuentan con una pensión digna, prometida en la ley 100 del ’93 (27 años) que dio vida a las AFP para administrar, desde el sector privado, los ahorros pensionales? Lo que se oye ahora es la queja de la gente que entró engañada al sistema, y se ve al Gobierno pasando a Colpensiones grueso número de afiliados a las AFP, salvando a los accionistas de responder con su patrimonio acrecentado por pingües negocios y ganancias de esa gran fortuna que manejan: 250 billones de pesos, más o menos.

La hipoteca inversa opera en otros países con relativo éxito. Y basados en esas experiencias ajenas, que a lo mejor son exitosas por condiciones financieras intrínsecas distintas a Colombia, deduce mucha gente positivista ( a estas alturas) que aquí puede estar la ayuda que alardea el Gobierno a la tercera edad. Sí y no, tocará decirles: sí, si el reglamento de la norma es claro y transparente, y si lo hace cumplir la autoridad competente; y no, si todo lo contrario, es decir, si el sector financiero sigue haciendo lo que le da la gana en Colombia, que para eso pone Presidente y Congreso, por no meternos también con las altas cortes.

Aun si todo es claro y transparente, queda por último un problema recurrente en las experiencias ajenas: no se trata de una renta estrictamente vitalicia, porque si la persona mayor sobrevive al plazo fijado en la hipoteca invertida, dejará de recibir las cuotas mensuales y, además, tendrá que devolver el dinero recibido. Si no tiene otros recursos, tendrá que vender la vivienda para poder pagar la hipoteca a riesgo de que se la embarguen, expropien y rematen, lo mismo que antes con el UPAC. Y si quiere blindarse, tendrá que tomar por aparte un seguro de renta vitalicia. Como estamos hablando de una persona necesitada, ¿de dónde, entonces, sacará recursos para pagarse por aparte un seguro cuyo coste, de por sí alto, dependerá del monto y de su edad?

Como se pude ver, el asunto no es tan fácil como soplando y haciendo botellas. Al Gobierno no le queda bien vender esta ilusión sin debatirla antes públicamente, a no ser, como muchos creemos, que se trate de montarle otro negocio pingüe el banquero Sarmiento Angulo de cuyo ámbito (Asobancaria) salió el ministro de Vivienda, que le vendió la idea a Duque.

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