Gustavo Duncan

13.01.2013 04:03

 

Otra forma de explotación

(Su columna en El País, de Cali)

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De acuerdo a la lógica marxista el capitalismo supone una explotación del valor agregado producido por los trabajadores cuando es apropiado por los propietarios de los medios de producción. Al margen de las inclinaciones políticas de cada quien esta lógica es útil para comprender las bases del capitalismo. Simplificando, el propósito es acumular capital para comprar trabajo, producir mercancías y así acumular más capital.

 

La cuestión moral de la explotación es una discusión en dos planos. En su forma más extrema está el hecho de si es justa la apropiación del valor generado por los trabajadores que hace el capitalista al asumir los riesgos de la empresa. Desde un punto de vista más pragmático la discusión estriba en la proporción del valor producido que debe quedar en manos de los trabajadores, es decir cuál es el salario justo en la relación capitalista.

 

Menciono estos atributos elementales del capitalismo no para ahondar en la discusión moral de la explotación sino para señalar sus diferencias con un tipo particular de empresa económica: el narcotráfico. La equivalencia que de manera simplista se suele hacer entre el narcotráfico y las empresas capitalistas legales pasan por alto un aspecto esencial y es que la explotación del trabajo en las drogas es mucho menor en términos estrictamente económicos. Los asalariados del narcotráfico ganan mucho más que sus contrapartes en empresas legales. En muchos casos son además trabajadores independientes como los sembradores quienes poseen sus propios medios de producción.

 

La explotación no es que no exista. Existe y es mucho mayor que en el capitalismo tradicional. Sólo que no concierne tanto a la distribución de las ganancias sino a la distribución de riesgos. Un trabajador en el narcotráfico está habituado a cargar en sus espaldas con todas las posibles contingencias de la empresa. Si el cargamento se cae responde con sus ahorros o con su vida. Si las autoridades lo capturan asume largos periodos tras las rejas. De hecho los trabajadores son los más expuestos a las capturas, las arbitrariedades de sus patrones y los ataques de organizaciones rivales. Son la carne de cañón del negocio.

 

La razón para que sea así se deriva de otra diferencia con las empresas capitalistas. En el narcotráfico no existe un Estado que garantice a los empresarios la propiedad de sus medios de producción. Por poderoso que fuera Escobar en los 80 ninguna notaría le iba a certificar que era el accionista principal del cartel de Medellín. La propiedad se reclama a sangre y fuego mediante la organización de la violencia. Y quienes disponen de una capacidad superior de violencia pueden explotar los enormes flujos de capital que producen los trabajadores de la droga. Se quedan con la tajada del león no porque controlen los medios de producción sino porque controlan los medios de coerción. Por eso más que acumular capital la esencia del narcotráfico es acumular capacidad coercitiva para reducir riesgos.

 

El problema político es que por determinadas circunstancias los especialistas en la violencia pueden dar el salto hacia el control de actividades legales cuando acumulan demasiada capacidad coercitiva. Lo que conduce a la aparición de formas de explotación mucho más perversas que las tradicionalmente conocidas. Esto es lo que viene sucediendo en Colombia hace rato.

 

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