Envidia, de la buena

21.11.2012 04:36

 

En la pasada administración de Cajicá, la alcaldesa, Fabiola Jácome, se destacó, entre otras cosas, por brindar un decidido apoyo a las juntas de acción comunal, dotándolas de infraestructura y dándoles la oportunidad de vincularse a los programas del municipio mediante contratos de obra que les reportaron algunas utilidades para su sustento financiero.

Si finalmente los alcaldes comprendieran (como la mandataria citada), que las juntas de acción comunal son la esencia misma de la democracia participativa, no serían tan mezquinos con estas organizaciones impulsadas por personas que, salvo excepciones que las hay en todo, solo tienen en su mira la vocación innata de ayudar a la comunidad.

Tocancipá, por contrario a Cajicá, es el desconocimiento de esta labor comunitaria al punto que, en los inicios de su administración, el alcalde amenazó con perseguir a las juntas que no se plegaran a sus designios administrativos.

En la anterior administración, las cosas no fueron mejor: nunca se logró que el alcalde comprendiera la labor de Asojuntas a la que no quiso, ni siquiera, prestarle un espacio para sus reuniones.

Con el inicio de la nueva administración del gobernador Álvaro Cruz, parece ir renaciendo una nueva voluntad de apoyar a las juntas comunales, muy solicitadas en temporadas políticas y dejadas al garete después.

Efectivamente, tanto el Gobernador como el Instituto Departamental de Juntas de Acción Comunal vienen dando apoyo logístico y económico a las JAC y sus organizaciones superiores como las Asojuntas y la Federación Departamental y, de paso, instando a los alcaldes a brindar también su apoyo en el mismo sentido a las juntas.

Otro ejemplo a seguir en este campo es el del actual alcalde de Mosquera, Nicolás García Bustos, quien acaba de entregar a las JAC unas modernas instalaciones donde funcionará la sede de Asojuntas.

Alguna incipiente colaboración en este mismo sentido también se ha visto por los lados de Sopó, en tanto que en Gachancipá como que ni fu ni fa: no se conoce de animadversión a algunas de ellas, como en Tocancipá, pero tampoco se sabe que se tenga un plan específico de ayuda comunal, en el orden en que se dio en la administración pasada en Cajicá y se pone de ejemplo en esta ocasión en Mosquera.

Si el mandatario seccional persiste en su filosofía comunitaria, y ejemplos como los anotados se replican con más asiduidad en el departamento, quizás estemos asistiendo a un renacer de la actividad comunitaria por estos lares de Cundinamarca, que tantos servicios le prestó al país y a la sociedad, especialmente a la gente de mayores necesidades, en años pasados.

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