En un país de violentos, la lengua es candela

11.07.2012 06:13

El alcalde Rozo ha traicionado su lema de hacer de Tocancipá una población "incluyente y participativa"

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Diversos comentarios se tejían ayer en Tocancipá en torno del discurso con que el alcalde Carlos Julio Rozo instaló el nuevo periodo 2012/2016 de las juntas de acción comunal de este municipio.

Lo más comentado fue el destape público del primer mandatario contra la administración anterior, y concretamente, contra su antecesor, Walfrando Forero, a quien acusó de estar obstruyendo, precisamente a través de las juntas, su recién iniciada labor gubernamental.

En su diatriba contra Walfrando, el alcalde Rozo arremetió contra las juntas que no le apoyaran, a las que amenazó con no ayudar y acudir directamente a la comunidad “para que vean que sí se puede”·

Esto último fue otro de los puntos de mayor comentario entre algunos dirigentes comunales que, sin declararse abiertamente en pro o en contra de uno u otro, no consideraron justo que el mandatario actual demonice a quien, por alguna u otra circunstancia, pueda en un momento dado no estar de acuerdo con su administración.

No se requiere mayor esfuerzo mental para percibir que la amenaza del Alcalde puede configurar una violación constitucional a la libertad de expresión y pensamiento que impera en Colombia; o también, una clara persecución política a la oposición o, cuando menos, una violación del derecho a la igualdad en caso de que, por tal circunstancia, puede notarse una prelación de su gobierno a unas determinadas juntas comunales afectas a su redil.

Su declarada animadversión a los veedores que vienen de la administración anterior, es otro punto de inflexión en su discurso. No parece prudente, al menos, que el primer mandatario del municipio le declare la guerra a determinadas personas que en ejercicio de un derecho constitucional vienen desarrollando una actividad ya extendida por todo el país. Otra cosa es que les exija ajustarse a todas las normas de Constitución y de Ley que rigen sobre el particular, o que, si duda de su honestidad y tiene pruebas, las ponga a consideración de las autoridades pertinentes sin hacer mal uso de ellas, dejándolas en su gaveta como instrumento de amenaza y chantaje.

Y, por último, sin que se agote el tema, porque el discurso del alcalde ciertamente fue incendiario y seguramente tendrá otras aristas imponderables, tampoco parece prudente que desde la más alta autoridad municipal se esparza con tanta vehemencia cierta animadversión al extranjero con riesgo de caer en la xenofobia y, por supuesto, en otra violación de la Constitución que ampara la libre decisión de residencia y movilidad de los colombianos por todo el territorio nacional.

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Fin de folio: Por tratarse de un acto concretamente referido a las juntas de acción comunal, y dándose la oportunidad de diálogo, no se entiende cómo, ninguno de los directivos comunales presentes, entre ellos la plana mayor de Asojuntas, replicara la abierta amenaza del Alcalde contra las juntas que no estuvieran de su lado (¿?).

 

 

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