EN MARCHA POR LA PAZ, AUNQUE HAYA QUE REELEGIR A SANTOS

09.04.2013 00:43

 

Estamos de acuerdo con el proceso de paz abierto por el presidente Santos, y a fe que anda poniendo en él, toda su carne en el asador.

Eso no obsta para que sigamos afirmando que los apoyos y ataques de los últimos días son de corte político más que patriótico. Ni el presidente Santos busca la paz tan solo por la conveniencia del país ni el expresidente Uribe ataca el proceso tan solo por la dignidad del Ejército o la soberanía nacional. La basa política en uno y otro caso, es evidente: el  presidente Santos quiere su reelección y el expresidente Uribe la suya, así sea en cuerpo ajeno, a ver si no le resulta tan ajeno como el de Santos.

Pero es que, ¿a qué sorprendernos de que la paz sea un asunto político? Si el origen de toda guerra es un asunto político, resulta obvio que el consiguiente tratado de paz tenga que basarse igualmente en cuestiones políticas.

En general, todo tratado, sea comercial, de límites, laboral, de medio ambiente o de paz, es un asunto político en donde las partes dan y reciben, y para que dicho tratado resulte válido debe arribarse a él sin reservas mentales sobre algunos objetivos capaces de causar una disfunción en el futuro, dice Kant en “La paz perpetua”.

Claro, el hecho de que los últimos gobernantes hayan utilizado indistintamente el tema de la guerra y la paz como plataforma política, es lo que incomoda, porque ya sabemos que una vez alcanzados los fines políticos, el tema deja de ser relevante.

Esta parte política del establecimiento, la entendemos perfectamente. Y también vamos entendiendo el juego de las Farc que, a su macabra manera (no menos que la del Estado con sus falsos positivos, por ejemplo), juega también a que el conflicto se prolongue indefinidamente porque ya no se lucha por cuestiones ideológicas sino económicas, en donde el narcotráfico es la única locomotora: ¡Y qué locomotora! No solo arrastra a los tirios sino también a los troyanos.

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Fin de folio: ¡Vamos a marchar hoy! Aunque para el caso, haya que reelegir a Santos. Por tan loable propósito como el de la paz, bien vale la pena cualquier sacrificio.

 

 

 

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