"EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO"
30.04.2018 10:02Prefacio.- Ya sabemos quiénes son los dueños de Cartagena; y sabemos también qué somos nosotros: ¡unos guevones!
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RED-GES
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Dos habituales colaboradores en estas páginas – Salazar Santander y José de Jesús Tejada— nos hacen hoy sendas reflexiones que merecen resaltarse porque, como solemos decir, nos ponen a pensar.
El primero nos habla sobre “El conflicto del posconflicto”, la paradoja que nos atraviesa ahora de corredores incendiados de oriente a occidente por las rutas del narcotráfico internacional; y el segundo se pregunta –y nos pone a todos a preguntarnos— ¿Cómo es que en Colombia, cercada por 9 bases militares norteamericanas, amén de las propias Fuerzas Armadas y de Policía, reforzadas, al menos en la frontera con Ecuador con efectivos del hermano país, se duplican, en solo un año, los cultivos de coca?: ¡No puede ser!
Algo aquí no casa en el sentido común; o es de locos: o sea que, al paso que vamos, en el caso del recrudecimiento de la guerra del narcotráfico, nos hubiera ido mejor que las Farc-EP se hubieran quedado en el monte cuidando los territorios que vienen siendo conquistados por los “guachos”, nuevo gentilicio apropiado para esos siniestros personajes que con periodicidad macabra arrodillan al establecimiento, como “Sangre Negra” en el remoto pasado; Pablo Escobar en el pretérito y ahora el “Guacho” en el presente.
Sobre las dos reflexiones de los colaboradores cabe otra: la guerra en Colombia no tendrá fin en tanto en cuanto la comunidad internacional no consense una estrategia efectiva contra el lucrativo negocio del narcotráfico que, ya tenemos comprobado, no es a través de las armas: llevamos ya muchos años poniendo el cuero de nuestros connacionales –de lado y lado de la guerra—y nada.
Por lo tanto, resultan dramáticamente válidas las reflexiones de los colaboradores mencionados. Dramáticas, porque lo que está en juego, además del honor de las autoridades respectivas, tanto civiles como castrenses, es la legitimidad del Estado Colombiano; legitimidad que queda por el suelo en un hecho sobreviniente al caso, que da vergüenza hasta contarlo: la humillación a la que dos extranjeros someten ante las cámaras de televisión, es decir ante el país entero, a la Policía de Cartagena; y ésta es la hora en que el alto gobierno no ha dicho ni mu…
Si todos entráramos en la duda metódica de nuestro científico, JJ Tejada, sobre lo increíble que resulta que en las propias barbas de las poderosas bases norteamericanas en territorio colombiano, los narcotraficantes pasen inmaculados de oriente a occidente y de sur a norte, pues, tendríamos que concluir, irónicamente que con amigos así para qué enemigos.
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