EL VOTO EN BLANCO

18.09.2013 10:30

A la hora de elegir, el elector solo tiene dos alternativas: elegir al mejor o elegir al menos malo.

Elegir al mejor es una elección positiva, que se soporta en un análisis racional de meritocracia, en el que tampoco están ausentes otros factores como carisma, región, amistad, afinidad, religión, color, raza, etc.

Elegir al menos malo, es una elección (o selección) adversa en donde, prácticamente, al elector no le gusta ninguno de los candidatos pero le gusta menos que de pronto salga elegido el más malo.

No se considera aquí la abstención, porque es una forma de votar por el más malo ya que entre una lista de mediocres, pues, entre menos votos necesite el ganador, mejor…

Los dos tipos de elección se refieren obviamente a la decisión libre que pueda adoptar el elector.

Vamos a llamar también “elección” la que se soporta en el constreñimiento al elector, aunque sepamos bien que por lo ilegal no puede considerarse válida, y es este tercer tipo de elección el que predomina en Colombia y ha degenerado la democracia hasta la fetidez.

Para ser sinceros, en Colombia no ha existido nunca el llamado voto de opinión propia, algo se ha avanzado pero, para ser realistas, ha avanzado más el constreñimiento electoral, últimamente ejercido por caciques locales que se han adueñado de los bienes, honra y vida de las poblaciones atrapadas en sus mafias.

En el pasado se votaba azul o rojo, independientemente de quién fuera el azul o el rojo. Eso no importaba; lo que importaba era que no le fueran  a decir a uno “voltiao”.

Desde el Frente Nacional (1962 en adelante), se votaba por el que siguiera en turno, liberal o conservador, sin importar quién era el liberal o quién el conservador.

Finalizando el Frente Nacional (1978), ya había echado raíces en Colombia el narcotráfico, y su poder de corrupción llegó hasta la capacidad de comprar una elección presidencial en 1994.

Ello no quiere decir que antes, desde las elecciones de 1970, el narcotráfico no hubiera metido la mano: primero fue la yerba, después las gemas, siguió la coca y llegaron las armas.

Una combinación de todo esto predomina hoy en el ejercicio de la democracia en Colombia, elevada al clímax en la elección del 2002 a punta de bala, y capturada además por una profunda corrupción que se alimenta de una alianza infernal entre las dirigencias de los sectores público y privado.

En teoría, retomando el tema, puede haber herramientas democráticas para no tener que llegar a la selección adversa, como el voto en blanco, por ejemplo…

¿Pero, a qué horas podrá alguien convencer a los electores votar en blanco como castigo a tanta mediocridad, cuando por todas partes está constreñido para que no pueda hacerlo?

Ese es el reto…

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