El péndulo de la guerra y la paz

26.02.2013 04:23

 

 

El presidente Santos va perdiendo el juego de la paz a pocos meses de tener que decidir si aspira o no a la reelección.

El último sondeo de opinión realizado por la firma Gallup lo deja maltrecho: su popularidad cae al más bajo nivel (44%) en sus 30 meses de gobierno.

Toda encuesta, como hemos sostenido reiteradamente, son tendencias que a través de los medios  pueden acelerarse o desacelerarse, según la intención. El resultado de toda encuesta es una foto del momento, a la que se le pone un marco para que resalte. El marco que los medios pusieron a la última encuesta de opinión sobre la imagen del presente Santos, fue el de la paz.

Se destaca que el apoyo al nuevo proceso de paz cayó 9 puntos: de 71 a 62 y se agrega que el 67 por ciento de los encuestados dice que el manejo dado al proceso está empeorando, contra el 20 por ciento que le sigue apostando a los diálogos de la Habana. Es decir, si el presidente Santos quiere reelección, va  a tener que romper los diálogos con el fin de que esa gente que no gusta del proceso, no corra toda para donde el expresidente Uribe, el nuevo mejor enemigo del presidente Santos.

Sigue siendo una deformación social muy nuestra, ponerle más atención al proceso de paz que al proceso de reformas a la salud y las pensiones, por ejemplo, que pone más muertes sobre las estadísticas de defunciones anuales que la guerrilla.

Porque los reflectores se enfocan más sobre la guerra del gobierno contra las Farc que sobre las protestas de las gentes contra el gobierno, es por lo que parece que todos nuestros problemas derivan más del conflicto con las Farc que del modelo económico y social que se nos mantiene a cuestas como la yunta a los bueyes.

Resulta válido aún la revelación histórica del ministro de Hacienda de Gaviria (Rudolf Hommes) cuando dijo que se había aprovechado la Constituyente del ’91 y el respectivo proceso de paz con el M-19 (¡como distractores!), para meter por el medio el “revolcón económico”, título que se le dio a la también conocida como “apertura económica”.

Los colombianos todos estuvimos más atentos al debate político que al debate económico. Y de ahí en adelante, nuestra historia es la misma: elegimos a Pastrana porque le estrechó la mano a Tiro Fijo y vimos la paz a tiro de as; y luego elegimos y reelegimos a Uribe para que le echara plomo a ese terrorista y sus secuaces y nos dejaran en paz.

¿Qué queremos hoy?

Mientras el país sigue con desenfreno su entrega a las multinacionales; mientras se agitan con desespero movimientos sociales derivados todos del modelo económico, seguramente la próxima elección presidencial seguirá dominada por este tema de la guerra y la paz, dando razón a la sabia paradoja descrita por Lampedusa en la frase de Tancredi cuando le dice al tío Fabrizio: "Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie".

Y en este vaivén los políticos se han encontrado un tesoro: cuando la gente está hastiada de la guerrilla, apuesta porque les echen bala; cuando está muy hastiada de la guerra, la apuesta es la paz por la vía del diálogo. Arriba y abajo, todo les funciona, como el trique.

 

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