El milagro ecuatoriano

05.11.2012 13:18

 

El Índice de Competitividad Global (GCI, por su sigla en inglés), trajo a Ecuador en su versión del 2013 la grata sorpresa de subirlo del puesto 101 al 86 (16 escalones) que viene a ser todo un récord, entre un total de 144 países de la lista que encabeza Suiza y cierra Burundi.

El GCI se basa en 12 pilares que permiten visualizar el panorama de competitividad internacional para países en cualquier etapa de su desarrollo: instituciones, infraestructuras, macroeconomía, salud y educación primaria, educación superior, eficiencia de los bienes de mercado, eficiencia de la labor de mercado, desarrollo del mercado financiero, tecnología, tamaño del mercado, negocios e innovación.

En ese mismo ranking, Colombia ha venido flotando en los últimos ocho años en el puesto 69, habiendo subido hasta un 62 y caído hasta un 74.

Dentro de los 12 pilares que reconoce el Foro Económico Mundial no se menciona directamente la cuestión laboral. Y sin embargo, todas las reformas de Colombia que han despedazado el empleo, han sido montadas dizque para que los empresarios puedan ser más competitivos. Tómese como ejemplo de este aserto, la sustentación de la ley 789 del 2002 que extendió el día laboral diurno hasta las 10 de la noche, suspendió la remuneración especial de los dominicales y festivos, permitió la terminación unilateral del contrato de trabajo sin justa causa y otras arandelas aparentemente menos importantes pero que, a la postre, y frente a las precarias condiciones de los trabajadores resultaban sustanciales en la conformación de su ingreso laboral.

El sacrificio entonces de la clase laboral ha sido en aras de una clase dominante y unas poderosas empresas que explotan hoy en día a precios de gallina vieja la fuerza laboral colombiana, y quieren más; y les van a dar…

No se tienen noticias de que el sorpresivo avance de Ecuador en competitividad haya sido por flexibilización laboral. El gobierno de Correa debe haber avanzado en otros frentes de los 12 parámetros que se reconocen por el GCI, que se mencionan atrás. Si lo hace sostenido, debiera esperarse nueva escalada en este ranking en el futuro inmediato. Y esto es algo que amerita precisar en otra oportunidad.

En Colombia uno pudiera aventurar, sin mayor riesgo, que su trancón en términos generales es el irredento apego al modelo neoliberal que ha terminado por destrozar políticas internas como la salud y la educación; le ha prestado poca atención al desarrollo tecnológico y la innovación, y la corrupción se ha llevado buena parte de los cuantiosos recursos que se han destinado al mejoramiento de la infraestructura vial, fluvial y portuaria.

Como, según el gobierno, el modelo económico es un inamovible en cualquier circunstancia (aun de guerra interna), seguiremos siendo huéspedes de la mediocridad y víctimas de la indolencia de una clase que nos domina en cuerpo ajeno: el capitalismo salvaje.

 

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