EL LADO OSCURO DE LAS ENCUESTAS
01.11.2019 16:03Hay que cuidar el parto electoral
Todos los analistas coinciden por estos días en que el 27 de octubre, comenzó a esbozarse un nuevo mapa político en Colombia. Eso es lo que hay que cuidar, que la tendencia quede libre de encuestas diseñadas como armas de desinformación masiva.
Política REDGES
Octavio Quintero
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La discusión que se avista sobre las encuestas electorales puede tropezar con la misma piedra que tampoco ha dejado definir con precisión qué es y hasta dónde llega la libertad de expresión y de opinión de que gozan los medios de comunicación. Las firmas encuestadoras son, básicamente, productoras de información, a pedido o por cuenta propia. Aquí sí que viene bien decir: “Quién peca más: el que peca por la paga o el que paga por pecar”: Sor Juana Inés de la Cruz.
Si solo hablamos de las encuestas electorales, uno pudiera decir ya, sin más discusión, que el problema no está en la calidad de las encuestas que se divulgan, sino en los medios de comunicación que las contratan. Y este tema ya está definido en la constitución (art.20), tantas veces citado cuanto tantas veces se habla del asunto, sobre todo, con énfasis en que la información que se difunda masivamente debe ser “veraz e imparcial”.
Aquí es donde lo subjetivo ha venido enervando la discusión porque, en un mundo invadido por la posverdad y dominado por el interés individual, ¿dónde ponemos el fiel de la verdad y de lo justo?
Una encuesta puede contener tantas verdades como segmentaciones caben; y tantos cuestionamientos como el enfoque que se le dé. En un marco de solo 10 personas, una encuesta puede arrojar muchos resultados distintos, todos ciertos: si seis de las 10 son mayores de 50, la encuesta podría favorecer a Zutano porque es experimentado. Y si seis son profesionales, entonces podría favorecer a Mengano porque es profesional. Y, si seis son de estratos bajos, en los que las necesidades sociales son más patéticas que en los estratos altos, entonces podría favorecer a Perengano porque su programa de gobierno es más de orden social que económico; y, así, ad infinitum…
Igualmente, todo depende si la encuesta se hace un lunes, martes o miércoles, en la mañana o en la tarde; si se hace en los hogares o en la calle; o si se hace un fin de semana, por teléfono o cara a cara. Y si hablamos de las combinaciones que se pueden hacer desde el punto de vista de partido o de coalición o de grupos de ciudadanos; o de la cuantía de la inversión o de la corrupción electoral, dos factores que marcan hoy en día los resultados definitivos, nos haríamos interminables.
¿Qué reglamento puede dejar toda esta subjetividad cobijada y consensuada? Por eso, son los medios de comunicación social los llamados a responder por la veracidad e imparcialidad de las encuestas que publican, no tanto desde un punto de vista legal, sino desde lo ético y de responsabilidad social, que también les viene demandada por el mismo art.20, constitucional.
Claro que algo se puede y se tiene que hacer de cara a las encuestas y los últimos resultados electorales del 27 de octubre porque, quedó visto que fueron utilizadas en lugares neurálgicos del mapa político regional, como armas de desinformación masiva.
Una definición que pudiera consensuar la discusión es que toda encuesta electoral va dirigida a revelar una tendencia social. Si se manipula la tendencia se estaría manipulando al elector y, manipular al elector, ya está tipificado como delito penal, activo y pasivo, es decir, que resulta culpable tanto el que lo comete como el que lo patrocina. El caso, Aída Merlano, va camino de convertirse en paradigma, si se llega al final, es decir, a determinar quiénes estaban detrás del delito contra la democracia que, finalmente, viene a ser lo que se tipifica en toda manipulación electoral.
De todas formas, la mejor y más duradera conducta social es la que proviene de la educación. Algún día, y ojalá no esté lejano, los electores deben llegar a la madurez política de ser capaces de votar con la cabeza y no con el corazón o, como es lo que parece más común, con el estómago.
Todos los analistas vienen coincidiendo en que las elecciones del 27 de octubre esbozan un nuevo mapa político en Colombia. Eso es lo que hay que cuidar, que ese principio de tendencia electoral no se vaya a revertir bajo la libertad de expresión de unos medios que, amparados en encuestas amañadas, insinúan subliminalmente a los electores “subirse al tren de la victoria”, porque en política como en la lotería, todos queremos ganar.
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