EL IMPOLUTO

11.04.2019 18:17

 

Mockus deja huérfana la moral pública

Este editorial pretende reflejar la tristeza moral que significa la caída de Mockus de su escaño en el Senado tras sentenciar el Consejo de Estado que, efectivamente, estaba inhabilitado para aspirar al Congreso

 

Editorial REDGES

Octavio Quintero

Director

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A manera de síntesis

Un negocio que la fundación Corpovisionarios firmó el 09 de noviembre del 2017 por $428,5 millones, con la gobernación de Cundinamarca, y que comprometía la elección Mockus como senador, finalmente fue su talón de Aquiles.

El contrato hacía parte de la larga lista que el Profesor había acumulado por más de 6 mil millones de pesos, después de su derrota a manos de Santos en el 2010, cuando sospechosamente dilapidó un valioso capital político que lo catapultó a segunda vuelta en la cresta de la Ola Verde.

Fue un largo debate jurídico en donde se reflejó, como siempre, que nuestros juristas tienen argumentos en pro y en contra para el mismo caso, depende de qué lado estén al momento de la discusión.

Y, aun después de este fallo (caso juzgado), vemos a los Verdes lamentando la decisión del alto tribunal y hasta insinuando que la decisión pudo ser política al tratarse de un senador de la oposición.

Era tan clara la inhabilidad de Mockus que, realmente, lo extraño es que el Consejo de Estado no hubiera fallado antes dado que, la Corporación Visionarios por Colombia, fundada y presidida por el exalcalde, disfrutó de jugosos contratos dentro de ese fondo sin fondo que manejó Santos en defensa del feliz proceso de paz que finalmente culminó con las Farc.

En procura de la moralidad pública tan maltrecha en Colombia, este caso de Mockus no cierra un capítulo más, sino que abre interrogantes largos, profundos y ocultos en una política electoral que, cada vez que tratan de reformarla los mismos políticos que la usufructúan, algo “misterioso” pasa, para que las cosas en apariencia cambien, pero sigan siendo las mismas en el fondo.

Se ha anulado la credencial de senador de Mockus… Bien, pero ¿qué pasa con los 550.000 votos que allegó a las urnas en favor del Partido Verde? La lógica diría que, si estaba impedido, los votos depositados por un impedido debieran anularse. Pues, no es así: esos votos terminan siendo válidos, sumándose al umbral de los Verdes y sumándose al número de senadores que finalmente llegó al Congreso en el 2018, gracias a la “manito” que les echó Mockus.

En Colombia la teoría inmoral, en lo penal, de que “no hay delitos de sangre”, parece que también aplica en lo político. La llamada “representación en cuerpo ajeno” que camina por los pasillos del Congreso recordándonos a corruptos tristemente famosos, es testimonio fehaciente de que la lucha contra la corrupción se ha convertido en una bandera más de campaña que se quema en la noche misma de la elección. Así como la parentela de los ladrones puede disfrutar económicamente de los miles de millones de pesos que a diario se roban del presupuesto público, también los elegidos con votos inhábiles pueden seguir cómodamente en sus curules, inmaculados, como la misma virgen María.

Unas preguntas que, como tantas otras se quedarán sin respuesta: ¿sabía Mockus que estaba inhabilitado para aspirar al Senado? ¿Lo sabía el Partido Verde? Como es probable que sí, otra pregunta: ¿Entonces con qué intención se postuló? Y, aunque nunca tenga la respuesta de ellos, yo mismo puedo colegir, sin mucho esfuerzo mental que Mockus y los Verdes fraguaron la estrategia para (1) salvar el umbral del partido en las elecciones del 2018 y (2) elevar el número de elegidos a sabiendas de que, si finalmente el Consejo de Estado anulaba su elección, los votos quedaban en las urnas sumando en uno y otro caso.

Triste final político del hombre que con sus muecas, acertijos y simbolismos trató de enseñarnos que “no todo vale”. Es un gran golpe a la lucha contra la corrupción que tenía en Mockus su punto más alto. Como se dice al principio, este editorial se emite como un gran lamento nacional al que solo le falta la célebre frase chapulinesca: Ahora, ¿quién podrá ayudarnos?

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