Detrás del voto en blanco (II)

16.06.2012 08:20

 

La campaña más seria y extensa que se haya hecho sobre el voto en blanco como instrumento político de cambio democrático, la escribe el Valle del Cauca.

Si en el pasado 30 de octubre, los colombianos todos nos sorprendimos con el triunfo del voto en blanco en Bello, Antioquia, el próximo primero de julio la sorpresa de todos sería que no ganara el voto en blanco en el Valle porque tanto promotores como seguidores aparecen rodeados de motivo justo y razón suficiente: la corrupción.

El vértigo de los acontecimientos de orden público en Colombia, alternados con megaescándalos  de corrupción nacional, nos insensibiliza de los detalles del mismo tenor en el orden local. Sabemos que hay un “robo a la salud” en Colombia, pero muchos ignoramos de cuánto es ese robo en el Valle, en Antioquia, Cundinamarca y demás, y menos, mucho menos, cuando hablamos ya del orden municipal.

Quizás, desde esa óptica, la próxima elección de gobernador en el Valle, y la campaña del voto en blanco, no se haya entendido bien, en principio. Pero, en retrospectiva, hay que admitir que del muy pujante Valle del Cauca, hace apenas un par de décadas, se ha pasado a una condición deplorable en lo social, capturado en lo político por una clase emergente de las florecientes mafias de Colombia en los ’80 del siglo pasado.

La percepción general en el Departamento, es que de esta elección atípica de gobernador se han apoderado los escuderos más protervos de la corrupción, el clientelismo y la dedocracia. La conclusión es que solo un triunfo del voto en blanco pudiera apartar estos rapaces del gobierno seccional, dando espacio a una eventual regeneración administrativa que le devuelva al Valle en el mediano plazo, si es que se consolida el proceso, su no lejano  pasado de líder emblemático del desarrollo nacional.

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