Comparaciones odiosas e insidiosas

18.03.2013 06:24

 

 

“Detrás de toda gran fortuna, siempre hay un crimen”, dice Balzac en su obra La posada roja.

Un literato como Héctor Abad Faciolince (columnista de El Espectador), debe conocer la cita y hasta debe haber leído el libro.

Si es así, debe convenir que la fortuna del hombre más rico del mundo, Carlos Slim, debe tener por alguna parte, o por todas, muchos crímenes a las espaldas, especialmente ese crimen de tipo social que consiste en explotar la fuerza laboral en forma despiadada o, ese otro, que consiste en robar al Estado los impuestos.

¡En esto sí que son duchos los grandes empresarios!

Entre Chávez y Slim, comparados por el columnista en su diatriba contra el expresidente venezolano, me quedo con Chávez.

Ver: El negocio de la caridad

 

Todos los presidentes del mundo son elegidos para gerenciar un gran negocio de todos que llama Estado, y en su administración, lo único que se les pide es que sea eficiente, efectivo y eficaz.

Esto parece un juego de palabras, pero no:

Eficiente es todo aquello que tiene causa, es decir, que se hace por algo que, a su vez, tiene un motivo y una razón.

Efectivo es todo lo que resulta real y verdadero, es decir, que se lleva a efecto.

Eficaz todo lo que alcanza el efecto que se desea o espera.

Resultaría muy denso exponer aquí, aún someramente, la causa eficiente que le dio a Chávez la Presidencia de Venezuela. Digamos, así llanamente, que la inmensa riqueza petrolera del país se estaba quedando en pocas manos, y dentro de esas pocas manos, casi todas extranjeras. En resumen, los venezolanos hallaron en eso el motivo y la razón para cambiar la historia…

Y nadie hasta ahora ha negado que Chávez no haya cambiado la historia de Venezuela en sus años de gobierno.

En este mismo sentido, el gobierno de Chávez resultó efectivo, se llevó a cabo en los términos en que se propuso: elevar el estatus de los más pobres; arrebatar a los más ricos la mayor apropiación del PIB nacional; liberar al país del asfixiante modelo neoliberal y proyectar la fuerza de Venezuela hacia la región latinoamericana y, en particular, hacia la comunidad suramericana…

También lo logró, y tampoco nadie lo niega.

Y, encadenado a esto último, el gobierno de Chávez resultó eficaz porque alcanzó el efecto que buscaba.

Tal vez por haber sido eficiente, efectivo y eficaz con los más débiles y necesitados del Estado venezolano, es por lo que ahora se le endilgan lunares que en otros se tapan con maquillaje mediático.

¿De dónde saca la plata el gobierno de Estados Unidos con que financia las guerras allende sus fronteras?

¿De dónde sacó la plata con que quebró la producción de cereales en los países en desarrollo en la época de la Alianza para el Progreso?

¿De dónde salieron los recursos para financiar el golpe de Estado en Chile?

¿Con qué ha sostenido la campaña contra Cuba, al punto de haber convertido a Miami en la capital de unos zánganos buena vida que se la ganan fácil hablando mal de Castro?

¿De dónde salen los multimillonarios subsidios al agro que hace competitivos a sus hacendados para lanzarlos a caza de los campesinos del mundo?

Creo que del presupuesto del Estado, lo mismo que Chávez.

Héctor, Héctor: supongamos que ese relámpago de Damasco del que hablas en la columna, cayera sobre ti, y una voz desde el cielo, donde dice Maduro que está Chávez, te preguntara… “¿Por qué me persigues?”, ¿qué le responderías?

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