CERREMOS LA PUERTA A UNA NUEVA VIOLENCIA...

05.03.2018 08:55

Con poco fuego se enciende el carbón que ha sido brasa

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RED-GES/El Satélite

Octavio Quintero: Director

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Haya sido saboteo o haya sido ataque --o atentado contra Petro--, el evento es el más grave de los incidentes registrados en la presente campaña electoral. Estamos sobrepasado los abucheos, las frases destempladas, algunos huevazos y pedradas a las caravanas políticas de todos los candidatos presidenciales que, en cierta forma, nos parecen como algo folclórico dentro de las campañas políticas, inclusive, “hasta en las mejores familias”, haciendo alusión a los países desarrollados.

 

“Un huevazo no se le niega a nadie”, titulamos un editorial reciente de este medio. Pero, cuando las cosas pasan a mayores, tenemos que rectificar el lenguaje. En un país como Colombia, con un ADN violento, la violencia verbal es el inicio, el botón de arranque, de la violencia física.

 

Y violencia verbal es lo que están cometiendo en las redes sociales los seguidores de los distintos candidatos presidenciales, acicateados por sus propios dirigentes que, sin mucho disimulo, calculan bien el alcance de sus explosivos trinos contra sus opositores políticos.

 

También la prensa polarizada, tanto la convencional como la alternativa, contribuye con informaciones cargadas de violencia verbal a avivar la llama pasional de las huestes partidistas. Puede que la encendida confrontación verbal afiance la intención de voto por el candidato que encuentra en la irascibilidad de la gente, la estrategia electoral que apoya sus propuestas de gobierno… Pero el costo puede ser muy alto, en términos de paz nacional.

 

En medio de un debate por los términos en que se pactó la paz con las Farc-Ep, que se ha convertido en una guerra verbal en la que todos hemos tomado cartas en pro y en contra, hasta llegar a extravagancias políticas como hacerle creer a la gente que el cadáver del comunismo está resucitando en Colombia, “no está el palo para cucharas”.

 

La estrategia de hacer ‘emberracar’ a la gente, que aparentemente fue la estrategia del No al plebiscito por la paz, está desbordándose. Esto ya lo debieran advertir los candidatos propensos a echarse pullas, encarándose delitos que solo hacen parte del decir nacional o enrostrándose expresiones agresivas como “rata de alcantarilla, paracos, guerrilleros, asesinos, violadores, ladrones”, y cosas parecidas.

 

Partamos de la base de que, si todos los candidatos presidenciales han sido avalados por sus partidos o por la ciudadanía, y esos avales han sido reconocidos legalmente por las autoridades respectivas, ello indica que todos son merecedores de la buena fe guardada. Mirar atrás no es per se malo, siempre y cuando no vaya uno a estrellarse contra lo que está delante. Mirar atrás, por ejemplo, para comparar lo que se tiene y lo que se desea hacia el futuro, es de rigor en toda campaña electoral. Eso es distinto y necesario.

 

No más insinuaciones aleves envueltas en el derecho al silencio o en afirmaciones de personas ilustres ya fallecidas que nadie podría testificar con certeza si fueron ciertos o no. Dar la batalla en esta oportunidad civilizadamente, sería el mejor testimonio de que, efectivamente, hemos entrado en un proceso de posconflicto.

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Fin de folio.- No puede ser que la masacre laboral que se está cometiendo en Avianca con los pilotos, sea legal.

 

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