CASTROCHAVISMO A LA COLOMBIANA

19.09.2019 15:43

El que escruta elige

Se necesita avanzar hacia una institución electoral que no solo sea garante de la lucha política sino, y principalmente, de la voluntad popular.

 

Editorial REDGES

Fuente: El Satélite

Octavio Quintero – Director

 

En las elecciones del 2014, no solo entraron a las campañas de Santos y Zuluaga (como a las de Congreso), dineros de Odebrecht y otras empresas extranjeras (prohibidos), sino que hubo fraude electoral, tal como quedó sentado jurídicamente en sentencia del Consejo de estado que le reconoció a MIRA tres curules al senado que le habían robado.

“En 2014 hubo destrucción de material electoral y hasta sabotaje del software”, dice la sentencia del Consejo de Estado.

Si tales delitos se cometen en una compleja elección de Congreso, por el número de candidatos en contienda, es mucho más sencillo reiterarlos en una elección presidencial donde solo compiten dos candidatos en segunda vuelta. De ahí el dicho: “El que escruta elige”.

Conclusión

El sistema electoral en Colombia es un modelo que le permite a los mismos con las mismas reproducirse a sí mismos. En estos momentos, cinco años después de la reelección de Santos, se encienden las alarmas sobre la financiación prohibida de campañas presidenciales; pero lo del registro electoral, que es donde se tergiversa la voluntad popular, ya juzgado corrupto por la máxima autoridad judicial en ese campo, no se oye ni mu. Si de pronto, más adelante alguien advierte alguna irregularidad, son los mismos con las mismas los que se investigan a través de instituciones políticas dominadas por la corrupción y la impunidad como el Consejo Nacional Electoral y la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes: ¡hágame el favor!

El 09 de febrero del 2018, ya casi al término de la legislatura del 2014, el Consejo de Estado, restituyó al MIRA los votos que le habían robado en los escrutinios, y conminó a la Registraduría “… a que adquiera el software de escrutinios desde y para el Estado…”; y el registrador, Juan Carlos Galindo, en claro desacato, dice, el 22 de mayo a través de El Tiempo: “… El software no se deja manipular”, y cuando el periodista le pregunta, “¿Cuánto lleva la Registraduría utilizando esos softwares?”, responde: “Hace muchos, muchos años. Que a mí me conste, en 2007”.

Negación de la evidencia

Es decir, estamos frente a una antinomia electoral que descalifica a la Registraduría y/o al Consejo de Estado. La primera que dice, a través del registrador, que “el software no se deja manipular”; y el Consejo que, a través de una sentencia, dice que el software de la Registraduría, en las elecciones del 2014, el mismo que se activará para estas elecciones del 2019, “fue manipulado 1.208 veces y produjo más de 60.000 modificaciones en los resultados”.

Sin acatar la decisión de la máxima autoridad de avanzar en la adquisición de un software de escrutinios “desde y para el Estado”, el registrador anuncia el acompañamiento de un equipo de gerentes de informática que todo lo que ve el día de elecciones es… “todo bien, todo bien, todo bien”; pero, seguramente por la noche, donde todo empieza a verse mal, ellos y el registrador, estarán celebrando al calor de un buen wiski “la más pura jornada electoral”, que es lo que siempre dice, éste y todos…

Todas las comparaciones son odiosas, y ésta más: todo un continente, con honrosas excepciones, jalonado por EE.UU., anda tras la cabeza de Maduro en Venezuela, precisamente por manipular los resultados en su reelección del 2018, a quien, por tanto, Colombia acusa de “ilegitimo”.

Frente a la misma o parecida praxis electoral en Colombia, lo único que se distingue es que Maduro es socialista y Duque neoliberal. No se trata, entonces, de restituir la democracia en Venezuela, sino de restituir el modelo neoliberal. Así de simple.

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