Bienvenidos a bordo

23.11.2010 18:06

Hace curso en los municipios de Sabana Centro, especialmente en los que están recibiendo la fuerte presión de desplazamiento industrial de Bogotá, la idea de que la inmigración que su desarrollo económico conlleva, degrada las condiciones de vida ancestral de sus habitantes. No está muy lejos esta idea del concepto xenofóbico que padecen los migrantes de países pobres hacia países ricos en busca del “Sueño Americano”.

Parece intencional la idea de algunos mandatarios de no aflojar licencias para construcción de vivienda popular. Al menos, así lo dio a entender el alcalde de Cota, Néstor Orlando Guitarrero. Y, quizás, esa misma sea la idea de su colega de Tocancipá, Walfrando Forero, durante la presentación que juntos hicieron ante los periodistas con motivo de su destacada actuación en el desempeño fiscal de sus municipios.

Pero, por contrario, tanto en Cota como en Tocancipá, se ve florecer la construcción suntuaria para familias de clase alta que vienen a disfrutar de nuestro hábitat los fines de semana sin comprometerse absolutamente con nada de nuestra problemática habitacional. Y esperamos que no se tome lo anterior como una fobia a los ricos sino como una justa protesta por la discriminación contra los pobres.

De tiempo atrás se tiene establecido que el desarrollo económico es algo que tiene que ir par y paso con el desarrollo social. Precisamente, por estar siendo tan gentiles con los empresarios, otorgándoles toda clase de estímulos y gabelas para que tengan la bondad de invadirnos y, al mismo tiempo, reprimir el crecimiento de la vivienda popular, es lo que ha generado el hacinamiento en estos municipios, al punto que no resulta difícil encontrar cinco y más familias bajo un mismo techo; arriendos por las nubes e inquilinatos de colchón tirado al piso para dormir.

No sobra recordar que en su último informe sobre el Desarrollo Humano, la ONU sostiene que “permitir la migración, tanto entre países como en su interior, tiene el potencial de aumentar la libertad de las personas y mejorar la vida de millones de habitantes en el mundo entero” (ver video en www.periodicoelsatelite.webnode.es).

Pero, claro, para aprovechar este potencial, tiene que darse al mismo tiempo un entorno normativo propicio. Frenar los planes de vivienda popular dizque para no “soachizarnos”, cuando al mismo tiempo abrimos de par en par las puertas al desarrollo industrial, es querer tortilla sin romper huevos. Frenar la inmigración de estratos bajos, cuando esos son los que proveen la mano de obra a las empresas que nos están llegando, es un contrasentido.

Antes que esforzarnos en evitar lo inevitable, debiéramos, en cambio,  buscar alguna manera legal de frenar el ataque a los recursos naturales y el medio ambiente que tanto las empresas que están llegando como las tradicionales, mantienen contra el equilibrio ecológico natural de Sabana Centro.

Soacha, para mencionar el mismo ejemplo, no se “soachizó” por la cantidad de gente que le llegó sino, principalmente, por el permisivo desorden empresarial que se consintió como, entre otros, las explotaciones mineras. 

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