VILLAVICENCIO: LA CONTINUIDAD DE LA CORRUPCIÓN

Víctor Julio García Rodríguez
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A mediados de mayo de 2012, en cumplimiento de mi funciones y atribuciones como Secretario de Control Físico de la Alcaldía de Villavicencio, en compañía de un arquitecto, hice una visita o de inspección a una obra que se estaba construyendo en el sector del Buque, denominada “El Márquez del Buque”, para determinar si la mencionada obra tenía su respectiva licencia de construcción y de urbanismo, y de esta manera determinar la legalidad de dicha obra o si por el contrario, seria sujeto de las respectiva sanción urbanística, como lo determina la ley 810 de 2003. A través del vigilante, requerimos al ingeniero residente para solicitarle la licencia de urbanismo y de construcción y después de esperar como 20 minutos, nos atendió la persona solicitada y al indagarle por las respectivas licencias, nos manifestó tajantemente, que no tenía a mano dichos documentos, pero que si las necesitábamos, habláramos con el Dr. Fernando Rivera, que era el propietario de la obra. Ante lacónica respuesta nos miramos sorprendidos con el arquitecto y acto seguido le dije al ingeniero, “listo, no hay ningún problema, pase por mi Despacho y me hace el favor y me lleva copia de los documentos solicitados”. Fernando Rivera, para la época de los hechos, ostentaba el cargo de Asesor de Despacho, es decir, estaba jerárquicamente por debajo de mi cargo, pues yo era nivel Directivo y él Asesor, y por antonomasia, era la “primera dama”, porque era el que daba órdenes, regañaba funcionarios, decía a quien había que nombrar o echar del cargo y con quien se debería contratar, es decir, en la Alcaldía, no se movía una hoja de papel sin el visto bueno de Rivera Saraza, ya que el mismo alcalde Zuluaga, en Consejo de Gobierno, nos había dicho, que todo el manejo administrativo, presupuestal y contractual, recaía sobre el Dr. Rivera, su persona de confianza. A los dos días del suceso del “Márquez del Buque”, Fernando, me llamo al celular institucional y me dijo: “oiga marica, hágame el hp, favor y me presenta inmediatamente su carta de renuncia” y al solicitarle una explicación, en tono fuerte me dijo, “marica, a usted el cargo de Secretario le quedo grande, y los periodistas no hacen más sino darle garrote a usted, haciendo quedar mal la imagen del Alcalde,,,, renuncie”.. Con esta solicitud, me quede perplejo y concluí, que no era por inepto, ni porque el cargo me había quedado grande, sino porque no me deje manipular o prestarme para sus torcidos, pues recibía órdenes de Fernando o del sargento Medina, (jefe de seguridad del alcalde) a quienes debía imponer sanciones, sellar obras, retirar vendedores del espacio público, porque dichos personajes no habían acompañado la campaña de Zuluaga, como en el caso de la Universidad San Martin, pues el alcalde, me solicito que le impusiera una multa por la obra que estaba realizando y al contestarle que la sanción se impondría garantizándole el debido proceso al infractor. Solo dure cuatro (4) meses en el cargo y Rivera-Zuluaga, quería recuperara el espacio público a como diera lugar, sin tener el apoyo logístico de la Policía Nacional, guardas de espacio público, personal administrativo y sin tener autonomía en mi cargo, pues estaba supeditado a lo que el mongólico Rivera ordenara y para hablar con él o el Alcalde, era todo una odisea, pues ni siquiera me contestaban el celular y las veces que me atendía Rivera, era para regañarme o insultarme, tratándome de inepto, porque no había dado bolas con la recuperación del espacio público. Con estos antecedentes y con la solicitud de Rivera Saraza, comprendí, que era un estorbo en sus negocios, pues por un caso similar, en un conjunto cerrado, denominado San Jorge, se construyeron bloques de apartamentos, en lo que debería ser dos calles, es decir, dicha construcción, no dejó las calles construidas, sino que hizo un solo cerramiento y una sola construcción, robándose dichas áreas comunes y al indagar por el constructor, también me dijeron que esa obra, era de Fernando Rivera, como socio propietario. Si no me creen, investigue sobre esta construcción. A mí no echaron del cargo por inepto, me echaron por no dejarme manipular, por estar cumpliendo con mi deber, pues como Secretario de Control Físico, me correspondía hacer seguimiento a las obras y construcciones de la ciudad, para determinar su legalidad y por estos hechos, y otros que más adelante les comentaré, con la mayor certeza les puedo decir, que Fernando Rivera, representa la corrupción, la podredumbre, es una persona prepotente, arrogante, mentiroso, faltón, hipócrita, que lo único que ha hecho, es enriquecerse con el erario público, sin tener el valor de decirle a sus electores, como obtuvo su riqueza, pues antes de ser Gerente de la empresa de acueducto y alcantarillado de Villavicencio, andaba prestando dinero para el bus, y que su mayor ambición, si sale elegido alcalde, es gobernar con sus corruptos, y apropiarse de la empresa más rentable del municipio, es decir, la empresa de acueducto y alcantarillado. Los invito a que reflexionen, que las cosas no pueden continuar así, pues Rivera, en su campaña política, lo único que hace es hablar de las obras de Zuluaga, no tiene un programa de gobierno coherente acorde con los problemas de la ciudad; su programa de gobierno, es una colcha de retazos tomado de los programas de Omar López, Raúl Franco y su mentor Zuluaga. Fernando Rivera, no solo es un peligro en el poder porque le gusta la plata fácil, sino porque represente la negligencia, el revanchismo, el narcisismo, y seguirá siendo la cortesana de Zuluaga y la corrupción, así se vista con piel de oveja, porque su sonrisa, su mirada diabólica, su gestos lo dicen todo. Posdata. Estoy esperando que los liliputienses Rivera-Zuluaga, me demanden penalmente por injuria y calumnia, como me lo tienen prometido. 13 de agosto de 2015. (*) Administrador Publico, especialista en Derecho Público, periodista afiliado a ASOPEMET.