PRELUDIO A UNA REFORMA TRIBUTARIA

Corrupción, fuga de capitales, lavado de activos, evasión y  elusión tributaria y contrabando,  culpables de la pronunciada desigualdad  en Latinoamérica... Y Colombia no es propiamente la excepción

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Jorge Vergara Carbó

Presidente

Cívicos en Acción

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Edición El Satélite/Octavio Quintero

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Una de las grandes falencias de los países llamados del tercer mundo, o países emergentes, es la falta de capital, poca inversión en innovación, ciencia y tecnología y  educación de mala calidad. Debido a esa situación, los organismos internacionales: FMI, BIRF, BID, CEPAL y OCDE, entre otros,  plantean que para nuestros países es necesario  la ayuda de la inversión extranjera y del endeudamiento externo para alcanzar metas de crecimiento económico que coadyuven a disminuir sus problemas sociales. Esa es parte de su receta, acompañada de otras que tienen que ver con el comportamiento de las variables macroeconómicas, como la del déficit fiscal, déficit en cuenta corriente, crecimiento del circulante (medios de pago), apertura económica, mediante la firma de tratados de libre comercio; privatización de empresas del Estado, manejo cambiario y comportamiento de la balanza de pagos.
 
Poco es lo que estas entidades dicen sobre el cáncer que recae sobre las economías latinoamericanas, como la abultada fuga de capitales… Es un crimen social que el dinero que se genera en nuestras regiones, que debería invertirse en la misma región, se saque de manera legal o ilegal para generar empleo y riqueza en países desarrollados, o en los llamados paraísos fiscales. Ese es un delito que merece un castigo fuerte… Como dice Stephen Hale, del equipo de trabajo de OXFAM: “La evasión fiscal quita alimentos de la boca a los hambrientos. En paraísos fiscales hay 32 billones de dólares de todo el mundo, que de estar gravados, se podrían recaudar casi US$190.000 millones al año”. Son unos criminales –reafirmamos nosotros--, porque al llevarse el  dinero del país matan a la población diariamente por desnutrición, producto de la falta de empleo y, por ende, de ingresos para sostener a una familia dignamente. 
 
Si en Colombia, por ejemplo, no existiera tanta evasión y elusión tributaria; como tampoco tantas exenciones y deducciones tributarias, ni fuga de capital, ni lavado de dinero, el país no tendría ese déficit fiscal proyectado para este año del orden del 3.9% del PIB, y por tanto, no habría necesidad de aumentar los impuestos (y menos el del IVA) que se pretende elevar, según la anunciada reforma tributaria, como mínimo, al 19 por ciento.
 
Entre evasión y elusión tributaria; corrupción de la DIAN, contrabando, fuga de capitales, lavado  de dinero y  exenciones y deducciones, dejamos de recaudar más de 30 billones de pesos anuales, dinero suficiente para sanear el déficit fiscal, sin necesidad de presentar al Congreso una nueva reforma tributaria.  
 
A nuestro juicio, la reforma tributaria del país debe estar encaminada a mejorar la mala  distribución de la riqueza, ya que tenemos un GINI del orden de 0.568, lo que indica una mala distribución, una de las peores del mundo, solo comparada con la de países africanos y Haití.
 
Dicha reforma, debe estar orientada de tal forma que los ricos paguen como ricos sus impuestos, ya que los pobres no tienen de donde pagar: sus ingresos, producto de salarios pauperizados e inestables, y en buena parte del rebusque, no les alcanza para nada. Tampoco puede recaer nueva carga tributaria sobre las clases media y media alta ya fatigadas… Igualmente debe sancionarse con cárcel a los evasores,  a los lavadores de dinero y especialmente a quienes sacan nuestro dinero a otros países (fuga de capitales).
 
Ironía: los países pobres exportando riqueza
De acuerdo a los estudios realizados entre 2003/2012 por organizaciones humanitarias como OXFAM y Global Financial Integrity (GFI), con sede en Washington, de  las economía en desarrollo han salido 6.6 billones de dólares… “Estas fugas de capitales, están extrayendo aproximadamente US$1 billón por año de las economías pobres y en desarrollo en todo el mundo”, dice Raymond Baker,  presidente de GFI. Esto significa que las convierte en exportadoras de capital, generando la falencia de capital que impide el desarrollo armónico de los países del tercer mundo, tal como señalan organismos internacionales como el FMI, BIRF y el BID.
 
Para que se tenga una visión del problema, anualmente salen aproximadamente de países como China, 125.240 millones de dólares; Rusia, US$97.930 millones; México, US$51.430 millones; India,  US$43.960 millones; Brasil, US$ 57.710 millones; Chile, US$11.850 millones y, de Venezuela, US$40.850 millones.
 
Para el caso concreto de Colombia, según las estadísticas de la misma Dirección de Impuestos Nacionales (DIAN), la fuga de capitales podría estimarse en unos 10.000 millones de dólares anuales, unos 29.2 billones de pesos (a la tasa de cambio actual), que dejan de pagar impuestos cercanos a los 7.3 billones de pesos. Cerrar esa brecha sería la verdadera reforma tributaria que requiere con urgencia el país para equilibrar sus finanzas públicas y mejorar la inversión social en frentes como la educación, la salud y fortalecimiento del régimen pensional.  
 
 El peor daño que se le hace a  una economía, es sacarle circulante  en forma ilegal para llevárselo a otros países. Eso es un crimen que en Estados Unidos y la Unión Europea se castiga con cárcel. Cuando se llevan ese dinero, lo que están haciendo es como si nos sacaran sangre a nuestro cuerpo, hasta matarnos. Eso es lo que genera la fuga de capitales, la muerte lenta de nuestra economía.
 
En América latina, la fuga de capitales es alta y, parte de los problemas económicos que hoy atraviesan sus economías, es producto de esa salida de capitales. Para ponerles un ejemplo, solo de la empobrecida Venezuela en los últimos 10 años, y a pesar de haber establecido el control de divisas, han salido más de 405.800 millones de dólares, dinero que le está haciendo falta a ese país para resolver sus angustiantes problemas económicos de hoy. Otro caso, el de Argentina que confronta actualmente una cuasi impagable deuda a los buitres, salieron entre el 2002 y el 2012, unos 400.000 millones de dólares.
 
En Colombia, en el mismo periodo, podemos estar hablando, según la misma DIAN, de más de 100.000 millones de dólares, de los cuales, en Panamá tendríamos  US$30.000 millones. Ese dinero significa que el fisco colombiano ha dejado de recibir en ese período, alrededor de 25.000 millones de dólares en impuestos, dinero que pudo haber sido invertido en educación, salud, recreación, vivienda y, por supuesto, generar empleo y mejorar la distribución del ingreso. En Venezuela, a pesar de haber tomado la medida de control de divisas, en los últimos 10 años han salido más de 405.800 millones de dólares, dinero que le hace falta a ese país, para resolver parte de sus problemas económicos. Hoy esos dineros están en paraísos fiscales o en los Estados Unidos. En Brasil, US$519.500 millones, en México uS$417.500 millones, en Chile US$ 105.000 millones.
La fuga de capitales le resta dólares a la banca central, disminuye las divisas, lo que afecta el cumplimiento en el pago de los compromisos (deuda externa), incide en  el nivel de precios, la distribución de ingresos y, por supuesto, en el nivel de actividad económica (empleo y producción, entre otros). El lavado de dinero distorsiona la economía, encarece la propiedad raíz y los bienes duraderos, que es donde generalmente se invierten.
Así como la paz es un problema de todos, la reforma tributaria que el gobierno presentara en este segundo semestre del año, debe ser tema de interés de todos los colombianos, a fin exigirle al gobierno que esa reforma grave a los ricos como ricos, impida la fuga de capitales, el lavado de dinero, la evasión y  elusión y el contrabando, endureciendo las penas a los infractores, sean quienes sean.