NO SE PUEDE SEMBRAR PAZ SOBRE ODIO

NO SE PUEDE SEMBRAR PAZ SOBRE ODIO

Opinión El Satélite

Octavio Quintero

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El más reciente graduado de antiuribista en los más importantes medios de comunicación, y por tanto de furibundo santista, es el benemérito profesor, Joaquín Robles Zabala, con un punch mediático impresionante, pues, sus columnas de opinión, no solo son divulgadas semanalmente por la revista Semana, sino también por El Tiempo, El Espectador, El Universal y el Heraldo; y ni se diga en las redes sociales en las que, la mitad de este país se dedica a despotricar de Uribe y la otra mitad de Santos.
 
En el primer bando aparece últimamente a la vanguardia Robles Zabala, y está en todo su derecho como dueño de una libertad de opinión que no parece regulada más que por la ética de cada quien.
 
En su más reciente columna de Semana.com, la titulada “Los profetas del desastre”, Robles Zabala echa mano de una cita del escritor Fernando Vallejo para decir con él que “un país que elige a un asesino y narcotraficante para que dirija los destinos de sus ciudadanos merece quemarse en su propio infierno”.
 
Afortunadamente yo también soy embebido lector de cuanto escribe Vallejo, y en ese mismo discurso en que hace alusión a Uribe como el “asesino y narcotraficante”, pronunciado en abril de este año durante la apertura de la Feria del Libro en Bogotá, también se dirige al actual presidente diciéndole: “Santos: en la Historia de Colombia vas a quedar en una foto que te tomaron el 23 de septiembre pasado (2015) en La Habana, cruzando tu mano con la de Timochenko por mediación de la de Raúl Castro, quien aparece en medio. Timochenko es un criminal y Raúl Castro otro, el hermano y cómplice de Fidel, el carcelero de Cuba, el ser más vil y dañino que haya parido América”…
 
Si yo quisiera usar esa expresión de Vallejo para atacar a Santos, también pudiera dejarle instalado a mis lectores la idea de que el actual Presidente de los colombianos está negociando un acuerdo de paz en La Habana con unos criminales, Según Vallejo. Pero no, a Vallejo hay que leerlo en su contexto y conocerlo además: saber que él es un insigne ácrata que tanto Uribe como Santos, o más adentro en la historia, hasta el mismo Bolívar, le importan un chorizo.
 
Es un despropósito por donde se le mire, mejor dicho, no tiene comparación, que al país se le esté predisponiendo a tenerse que tragar un  sapo del tamaño de las Farc-Ep, en aras de la anhelada paz y, al mismo tiempo, los precursores de ese amargo trago vivan empecinados en echarle más veneno a una opinión pública en contra de Uribe. Es como si quisieran decir que la paz de este país pasa por la purificación de las Farc-Ep y la demonización de Uribe. En otras palabras: que suelten a Timochenko y crucifiquen a Uribe.
 
Tal vez no se dan cuenta, o tal vez porque resulta muy difícil de que alguien se dé cuenta de sus errores cuando le están pagando por ellos, pero ese no es el camino de la paz. Ya lo dijo Tácito desde el esplendor del Imperio Romano: “Una mala paz es todavía peor que la guerra”, o como diría un buen paisa: “O todos en la cama o todos en el suelo”.
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Fin de folio: si las Farc-Ep están listas para desatar una guerra sin cuartel en las ciudades, si no se aprueba el Plebiscito por la paz, como dijo el presidente Santos, ¿qué estarán pensando hacer los millones de colombianos que consideran esa paz como una imposición inaceptable? Esperemos que sobre esto también tenga “confidencialísima información” el presidente Santos.