UN DISCURSO TRILLADO...

UN DISCURSO TRILLADO...

“Y nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque entonces los odres se revientan, el vino se derrama y los odres se pierden”: Mateo 9:17

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Octavio Quintero

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Muy esperanzador discurso del presidente Santos sobre el degeneramiento de la moral administrativa  del Estado colombiano, expresado en estos momentos en el caso del magistrado Pretelt. 
Pero ese discurso sobre la guerra a la corrupción ya está trillado en la ley 1474 del 2011 (Estatuto anticorrupción), de 135 artículos que de nada han servido como solución de continuidad de la corrupción.
El hecho es que en este mismo periodo, según organismos de reconocimiento mundial como Transparencia Internacional y Barómetro Internacional, Colombia ha escalado del puesto 80 al 94 en el escalafón de la corrupción, pasando a ser el país más corrupto de la región latinoamericana.
La conclusión es dramática: el 81% de los colombianos cree que los partidos políticos son corruptos; el 70% cree que los servidores públicos son corruptos; el 64% cree que la justicia es corrupta (antes del caso Pretelt) y, a los que mejor les va es a los medios de comunicación de los que el 39% de los colombianos cree que son corruptos.
El presidente Santos está dejando pasar una linda oportunidad, tal vez la última oportunidad democrática que se nos presenta, antes de que se nos aparezca el “divino salvador”.
Pero es que el presidente Santos, para decirlo de una vez, tampoco tiene autoridad moral para enarbolar la bandera de la anticorrupción nacional, presidiendo él mismo una maquinaria de combustión a mermelada, último apelativo de lo que surgió como auxilios parlamentarios en el ya lejano gobierno del presidente Lleras Restrepo (1966-1970) y el bochornoso escándalo de corrupción que la generación de entonces conoció como el caso Fadul y Peñalosa.
Si en alguna parte del mundo se tiene una macabra expresión de la idea esa de que hay que cambiar todo para que todo siga igual, ese es Colombia. El mencionado Estatuto Anticorrupción está suscrito por el entonces presidente del Congreso, Armando  Benedetti (ahí está); el presidente Juan Manuel Santos (ahí está); el ministro del Interior y Justicia, Germán Vargas Lleras (ahí está de vicepresidente); y el ministro de Hacienda, Juan Carlos Echeverri (ahí está en Ecopetrol).
Muy bonito el discurso en el que el presidente Santos nos dice que “no podemos ni vamos a dar un salto al vacío… Si detrás de estas palabras hubiera expedido un decreto declarando el estado de conmoción interior –que el asunto lo amerita—; y, acto seguido, hubiera destituido a todos los magistrados de esta Corte Constitucional envueltos en el huracán de Pretelt, lo dicho se hubiera correspondido con lo hecho…
Pero no, seguramente vendrán algunos anuncios elevados a su máxima potencia por los medios de comunicación; quizás algún chivo expiatorio se ofrende a la opinión pública como redención de los pecados de corrupción  en la cúpula del poder dominante… Pero no os regocijéis... Por más que se sacrifique a un bastardo de esta pléyade, “la perra que lo parió anda otra vez en celo”: Bertol Brecht en su obra teatral Arturo Ui.