LA TROMBA DE TRUMP

Hilary: los muertos que vos matáis gozan de cabal salud

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Crónicas/Grupo Editorial El Satélite

Director Octavio Quintero

 

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Bernie Sanders, el precandidato socialista que salió derrotado por Hilary Clinton en la reciente campaña por la candidatura demócrata a la presidencia de Estados Unidos, ha vuelto a levantar los sueños de muchos, ante la posibilidad de que Hilary se vea precisada a dar un paso al costado por problemas de salud.
 
Las informaciones, más o menos serias sobre la salud de la candidata oficial, se han acentuado tras la última aparición en público de Hilary, requerida a pronunciarse sobre la fuerte explosión que sacudió el sábado 17 de septiembre a Manhattan, Nueva York, dejando 29 heridos. CNN soltó al aire el peor video de su estado anímico. Se le nota el rostro completamente demacrado; habla pesado, como arrastrando las palabras; parece inmóvil, a tal punto que los trinos en la red la calificaron con “#ZombieHillary”, y desplegaron negros nubarrones sobre su salud: “no tiene fuerza”. “Parece que fuera a desmayarse nuevamente”, eran por millones los mensajes que como este par de ejemplos, se volvieron virales en la red (VER).
 
La crítica más despiadada corrió a cargo del conocido analista de medios estadounidense, Mark Dice, quien en nuevo video publicado en YouTube, pregunta: “¿Es este nuestro futuro comandante en jefe? ¿Es esta la persona que quiere dirigir a EE.UU., mientras el Estado Islámico se vuelve cada vez más fuerte con cada día que pasa?".
 
¿Está enferma Hillary Clinton?
Un nuevo libro dice que sí. El autor, Edward Klein, asegura en su investigación más reciente que la candidata demócrata se siente débil y es presa de intensos dolores. Y advierte que difícilmente podrá continuar su campaña política.
 
Klein agrega que Hilary, de 67 años, sufre de constantes dolores de cabeza que le causan ceguera momentánea y que, además, padece de fuertes episodios de insomnio. “Por primera vez desde que la conozco está dudando de su fuerza y vitalidad”, le dijo a Klein un amigo cercano de Clinton. Esta fuente también aseguró que tras sufrir un coágulo sanguíneo potencialmente mortal en su cerebro en 2012, Clinton quedó preocupada por la posibilidad de que se repitiera. La candidata ha desmentido lo que se dice, y la doctora Lisa Bardack aseguró que goza de buena salud. Sin embargo, Klein insiste en que la ex primera dama no tiene más opción que mantener el asunto en secreto.
 
Más especulaciones
Aparte de este libro que intenta sustentar sus aseveraciones, se vinieron en serie otras especulaciones peores, sin base científica y sin siquiera fuente responsable, que se pueden apreciar en las redes: “Tiene párkinson, esclerosis múltiple, lupus, deficiencias mentales, asma, problemas cardiacos y hasta VIH”.
 
Pero la tapa de la copiosa especulación la puso el presentador de noticias Joe Torres, al abrir su programa cotidiano el pasado martes, con el siguiente saludo: “Buenas tardes, comenzamos nuestra edición con la muerte de Hillary Clinton”, lapsus que la cadena WABC se demoró varios minutos en corregir.
 
¿Hasta dónde seguirá arriesgando la candidata la posibilidad de que los demócratas conserven la presidencia de Estados Unidos, el cargo más importante del mundo, considerados tanto el sector público como privado?
 
Ese es el quid porque mientras viva, nadie podrá arrebatarle la nominación ganada en franca lid. Las reglas de la política interna establecen que Hillary Clinton sólo puede ser reemplazada en la carrera presidencial si ella decide salirse.
 
Y lo de Sanders, tampoco es seguro. Porque si se da la renuncia de Clinton, también entraría en lisa el actual vicepresidente Joe Biden.
 
Mientras se despeja el nubarrón que ensombrece la carrera de Hilary y pone el sol nuevamente sobre Sanders, que despertó un gran entusiasmo en un mundo latino que irrumpe con ansiedad cada vez mayor en la política estadounidense, otro de los beneficiados con el traspiés de la candidata, obviamente, es el controvertido Donald Trump: está de plácemes, cobrando puntos en las encuestas y recortando la distancia que en la última semana de agosto le había sacado Hilary en la plenitud de sus fuerzas físicas.
 
En la encuesta de hace 2 días (18 de septiembre), Trump gana terreno sobre Clinton en los estados clave de Florida, Ohio y Iowa, según The Washington Post. Tanto le está recortando distancia en las encuestas que los demócratas lanzaron a la arena dos pesos pesados a respaldar a Clinton tras su regreso después del desmayo del 11S: el mismo Sanders y la carismática Michelle Obama.
 
Sanders, muy popular entre los jóvenes, atacó a Trump donde más le duele. En un discurso señaló que las declaraciones del candidato Donald Trump contra los musulmanes, las mujeres, los mexicanos y otros grupos amenazan a décadas de acciones enfocadas en mejorar la equidad. "No podemos en 2016 aceptar la intolerancia como el pilar de campaña alguna", aseguró.
 
 
Entre la realidad y la especulación
Lo cierto es que Clinton está enferma. No fue ningún montaje del enemigo político su desmayo el pasado 11 de septiembre, durante la ceremonia dedicada al 15.º aniversario del 11-S en Nueva York. Fue evidente cuando miembros de su séquito la sostuvieron en pie con tan mala fortuna que al momento de subirla al coche se les zafó y casi cae al suelo. Tampoco parece que en el video de las declaraciones de prensa dadas con motivo de la explosión del 17, haya montaje.
 
Pero estos detalles han dado pábulo a un aguacero de especulaciones que evidentemente le están haciendo daño a su campaña, y daño a la imagen internacional de Estados Unidos ante la inminencia de hoy de que un tipo como Trump llegue a la presidencia con un presagio de sandeces que enmarcaría su gobierno, a juzgar por sus extravagancias de campaña. Es aquí donde adquiere fuerza la posibilidad de Sanders ya que la poderosa empresa privada de Estados Unidos preferiría ver en la Sala Oval a un presidente con tendencias socialistas que a un presidente con marcada esquizofrenia senil.
 
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Fin de folio.- Y debe haber muchos dedos cruzados dentro y fuera de Estados Unidos porque Hilary Clinton no se muera, pero también porque tampoco se alivie.