LA FERIA ELECTORAL

LA FERIA ELECTORAL

Opinión El Satélite

--

Algún día el país va a tener que prohibir también la reelección de alcaldes y gobernadores en cuyo alrededor se han montado emporios político-empresariales plagados de corrupción, pues, no de otra forma se explica que estén a punto de volver en estas próximas elecciones al poder local exmandatarios que andan sacándole el bulto a la justicia en distintos frentes e instancias judiciales.
 
Hay tantos ejemplos que la excepción vendría a ser aquellos candidatos que por primera vez aspiran, y son tan aberrantes algunos casos que resultan, como en Barranquilla, ofensivos al sentido común.
 
Pero el asunto no es en particular de fulano o zutano. Es que la corrupción encontró en los municipios fuentes casi inexpugnables por la justicia para hacerse a toneladas de plata más fácil, más rápido y con menos riesgo criminal que el narcotráfico.
 
Cualquier municipio, dígase el más pobre de todos, tiene arriba de 5.000 millones de presupuesto anual de inversión, incluyendo sus recursos propios y transferencias y sin contar, por supuesto, con los negocios laterales que se derivan de la pluma del alcalde como licencias de construcción, transporte y etcétera porque, como se dice vulgarmente, ahora los alcaldes “serruchan hasta un bollo”…
 
Póngale a 5.000 el módico 10%, que es lo que se dice vale la mínima CVY (¿cómo voy yo?), y entonces usted encuentra que fuera de su sueldo y prebendas propias del cargo, el alcalde del más pobre de los municipios de Colombia, allá donde la gente se muere de hambre, se mete al bolsillo un bono anual de 500 millones, es decir, unos 42 millones mensuales o, lo que resulta igual a 1,4 millones diarios.
 
El negocio de ser alcalde, visto en cifras, da para corromper al más resistente de los habitantes del pueblo que termina votando por estos corruptos. Puede que la no reelección no resuelva del todo el problema de corrupción pero algo se gana con un primíparo,  al menos el tiempo que gasta en sacar las uñas.